martes, 21 de diciembre de 2010

¡Victoria! ¡Feliz Navidad!

Para desempalagarnos de tanto mensaje dulzón acerca de la Navidad, les dejo este fragmento del genial Chesterton. Surge de la contemplación del suceso de la persecución de Herodes y, en el fondo, del mismo demonio.

(…) A menos que entendamos la presencia de ese enemigo, no sólo perderemos el elemento clave del cristianismo, sino también de la Navidad. La Navidad en el cristianismo se ha convertido en algo que, en cierto sentido, es muy simple. Pero como todas las verdades de esa tradición es, en otro sentido, algo muy complejo. No se trata de una única nota sino del sonido simultáneo de muchas notas: la humildad, la alegría, la gratitud, el temor sobrenatural y, al mismo tiempo, la vigilancia y el drama. No es un acontecimiento cuya conmemoración sirva a intereses pacifistas o festivos. No se trata sólo de una conferencia hindú en torno a la paz o de una celebración invernal escandinava. Hay algo en ella desafiante, algo que hace que las bruscas campanas de la medianoche suenen como los cañones de una batalla que acaba de ganarse. Todo se elemento indescriptible que llamamos atmósfera de la Navidad se encuentra suspendido en el aire como una especie de fragancia persistente, o como el humo de la explosión exultante de aquella hora singular en las montañas de Judea hace casi dos mil años. Pero el sabor sigue siendo inequívoco y es algo demasiado sutil o demasiado único para ocultarlo con nuestro uso de la palabra paz. Por la misma naturaleza de la historia, los gozos de la cueva [de Belén] eran gozos en el interior de una fortaleza o una guarida de proscritos. Entendiéndolo correctamente, no es indebidamente irrespetuoso decir que los gozos tenían lugar en un refugio subterráneo. No sólo es verdad que dicha cámara subterránea era un refugio frente a los enemigos y que los enemigos estaban ya batiendo el llano pedregoso que se situaba por encima de ellos como el misino cielo. No se trata sólo, en ese sentido, de que las hordas de Herodes podían haber pasado como el trueno sobre el lugar donde reposaba la cabeza de Cristo. Se trata también de que esa imagen da idea de un puesto avanzado, de una perforación en la roca y de una entrada en territorio enemigo. En esta divinidad enterrada se esconde la idea de minar el mundo, de sacudir las torres y los palacios desde sus cimientos, igual que Herodes el Grande sintió aquel terremoto bajo sus pies y tambaleó con su vacilante palacio.

(El hombre eterno, Parte II, I. El dios de la cueva. Gilbert K. Chesterton. Versión en español de Ediciones Cristiandad, Madrid 2007).

Ahora sí. ¡Feliz Navidad!

martes, 14 de diciembre de 2010

Vean esta magnífica noticia

De un momento para otro, y cuando todavía pensábamos que habría para una semanita más, Mariana se sintió rara. Al rato contracciones. Y antes de que dieran las dos de la tarde del sábado, ya estaba Josefina entre nosotros.

Las dos muy bien. Teta para una, descanso para la otra. Los chicos contentos, no se pierden detalle. Y yo de aquí para allá, muy feliz.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Vean este magnífico poema

No tengo el compromiso de alguien del ambiente de la literatura. No tengo por qué haber ya leído todos los nuevos poemas de Enrique García-Máiquez. Porque no tengo que hacer una reseña, una crítica ni nada por el estilo.

Eso me da algunas ventajas. Puedo leer los poemas a la velocidad que quiero (¿Qué apuro hay? Para leer un verso hace falta una vida, recuerda Enrique que decía Rilke). O puedo mencionar uno, antes de conocer todos. Como el que les voy a mostrar, que se llama Correspondencias.

No bien llegué a ese me detuve. Y aún no pude seguir. Detenido, pero sanamente inquieto. Como aquel que crea poemas, que necesita hacer salir eso que tiene adentro, con el consiguiente alivio, el blogger hace lo mismo. Aquello que necesita salir se hace entrada de blog. Y hoy esta dice: “Vean este magnífico poema”.

Correspondencias

Los árboles –las raíces
más hondas cuanto más cielo
en las ramas– nos enseñan
la ardua ley del crecimiento.

¡Qué haya que crecer igual
hacia dentro
que hacia afuera! Cuando miro
hacia fuera, me entra miedo.

Las altísimas estrellas,
¿qué profundísimo hueco
necesitan en mi alma
para brillar en lo negro?

Es casi una oración al final. Un pedido al Creador. ¿Qué debo dar, qué vacío hacer, qué profundísimo hueco Señor, para poder ver las estrellas brillar, para ver que no es todo oscuridad, para poder mirar hacia arriba, para que haya más cielo en mis ramas?

sábado, 4 de diciembre de 2010

La primavera ríe sobre las tumbas

Hoy me llamaron para ofrecerme una parcela en un cementerio privado. Hubiera sido una buena oportunidad para ponerse a hablar de la muerte con la misma vendedora. Y quizás hubiera logrado librarme de ella más rápido.

No mentí cuando dije que no estaba interesado y que ya tenía ese “servicio”. Parcela, propiamente dicho, no tengo. Pero al menos al cementerio municipal creo que me llevarán (si hago a tiempo el cambio de domicilio). Lo cierto es no sabemos el día ni la hora… el día y la hora en que se termina un trámite de cambio de domicilio.

Justamente hace poco han asfaltado la calle que bordea el lado sur del cementerio municipal. Y no es que esté “reconociendo el camino” que haré algún día, pero estoy usando seguido esta nueva calle. Lo hago sólo para introducir alguna variación en el viaje de rutina.

Linda, lo que se dice pintoresca, no es esta calle. Están además las puertas secundarias del cementerio, por donde sacan la basura o vaya a saber qué cosas. Pero lo bueno es que esas puertas están abiertas y, cuando uno pasa, puede ver el interior del cementerio en una mañana soleada.

Y así, lleno de sol, con el cielo despejado y los árboles con los verdes aún nuevos de la primavera, es inevitable la alusión al prólogo del Adán Buenosayres:
La primavera reía sobre las tumbas, cantaba en el buche de los pájaros, ardía en los retoños vegetales, proclamaba entre cruces y epitafios su jubilosa incredulidad acerca de la muerte.
No, señorita, no estoy interesado. Ya tengo ese servicio, gracias. Y, si Dios quiere, unos “beneficios” aún mejores para después.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Hang (una de música)


Bien... Resulta que se me hizo difícil escribir la entrada pendiente y pasó el tiempo. Pero más tiempo tendrá que esperar quien quiera conseguir un hang.

El hang es un instrumento creado en el año 2000 en los laboratorios suizos de la firma PANArt. Fue un desarrollo a partir del estudio del sonido de los steeldrums, gongs, campanas y otros. El instrumento es relativamente portátil. Como ven en la foto (tomada de Wikipedia) está compuesto por dos hemisferios metálicos, y tiene distintos orificios en donde se golpea, para producir un sonido muy particular, emparentado con los instrumentos antes mencionados.

Tendrá que esperar tiempo, les decía, quien lo quiera, ya que hay que traerlos de Suiza y se hacen pocos (los hacen sus mismos creadores). Llegamos, al menos al conocimiento de él, a través del disco Pynandi del Chango Spasiuk, que lo incluye en el tema Infancia.

Para darle un poco de sabor a la entrada les dejo el tema Infancia (se escucha claro el hang, si no me equivoco, a la altura del minuto y cuarenta segundos). Aunque quizás antes convenga ir escuchando algunas cosas de hang solo: clic.