viernes, 24 de febrero de 2006

Lo autóctono y lo universal

Yo canto como el poeta y veo las líneas elocuentes de los objetos y escribo el alma de la naturaleza de mi comarca... y hay tinieblas y poemas de luz y temblores de corazones en sus páginas. Hay símbolos, porque ciertas horas juveniles de amor se parecen en todos los que han nacido, y más símbolos, porque está allí el pueblo, que tiene el gran espíritu sintético, la efigie deslumbradora y gloriosa, mezcla de artista, de filósofo y de gaucho indomable... ¡Oh Grecia, que tienes a Esquilo y al Partenón y has echado a las estrellas el perfil divino y eterno de la Venus celeste; diosas de las ondas del mar y de los bosques, que camináis el mundo antiguo, destilando perfumes salinos de algas y deliciosa ambrosía; observad este pueblo de poetas, que encuentra el himno a la belleza inmortal en la infinita y dilatada planicie de la pampa, templo abierto de sus glorias, sepulcro de su ciclo heroico! Monta su potro alazán con cambiantes de terciopelo, la cabeza altísima, anhelando las fragancias
exquisitas de los jardines silvestres. Tropieza adelante en el huracán bravío de la carrera y de noche vela -de los picachos, que blanquean en la negrura- la integridad del territorio, armado, con plumaje de cóndores en la renegrida cabeza, la daga brillante y el ojo redondo y oscuro del fusil...

Fragmento del prólogo de “Libro extraño”, de Francisco Sicardi.

Esta fusión de lo autóctono con lo universal respondía a un punto destacado de la poética marechaliana, como explicaba el autor en una conferencia de 1950: “Yo diría que el arte se logra íntegramente cuando, al mismo tiempo, y sin incurrir por ello en contradicción alguna, se ahonda en lo autóctono y trasciende a lo universal. Por ejemplo: no hay duda que el sentimiento de la muerte, cantado por un poeta griego, un poeta inglés, un poeta hindú y un poeta argentino, se diversifica en matices ineluctables, matices que provienen de lo autóctono, de paisajes, de caras, liturgias y ánimos diferentes. Pero tal sentimiento se identifica en los cuatro poetas, mediante aquellos efectos que la presencia o la meditación de la muerte suscita en todos los hombres, vale decir, mediante aquello que la muerte tiene de universal”

1 comentario:

EdCh dijo...

También el P. Castellani (en Crítica Literaria, el artículo sobre Pérez Galdos) dice que sólo es universal la obra que es eminentemente autóctona (o, mejor, nacional). Así, nada más universal y, a la vez bien italiano, que la Divina Comedia, o nada mas universal y español que el Quijote