viernes, 21 de noviembre de 2014

Favorite things

He descubierto que con el eximio señor J. J. D., director en el lugar donde trabajo, compartimos el gusto por “The Sound of Music”, es decir, La Novicia Rebelde. No solo eso. Él cree que es la película que más veces vio, como yo. Y como si eso fuera poco, casi como niños los dos hemos sufrido la misma decepción, cuando tiempo después vimos a Christopher Plummer (el actor que encarna al Capitán Von Trapp) trabajar en una película violenta en un papel muy agresivo.

Al momento no había podido establecer un diálogo fluido con el sr. J. J. D., pero este breve descubrimiento ha abierto la puerta (o la ventana) a un sinfín de oportunidades. En cualquier mesa de comedor que nos toque coincidir, sabré que podremos tener tema de charla. Porque los que la conocemos sabemos que es muy fácil encontrar una cita de La Novicia Rebelde para casi cualquier episodio de la vida diaria.

Como dijo Fräulein María: “Cuando el Señor cierra una puerta, en algún lugar abre una ventana”.


lunes, 17 de noviembre de 2014

La casa de Emilia


Cielo y tierra pasarán. Y mientras tanto pasan otras pequeñas cosas. Acaba de irse casi toda la casa de Emilia y Antonio, los vecinos de mis suegros. Solo queda la pileta de azulejos celestes y el cuartito de Antonio al fondo. Emilia tenía un garaje donde yo guardé el auto por algunos años. Me cobraba 50 pesos por mes y había que entrar medio de costado. Varias veces toque las paredes con el auto; yo recién empezaba a manejar seguido. A Emilia solía encontrármela cuando yo salía o volvía, o le tocaba el timbre para pagarle. Cuando todavía estaba más lúcida hablábamos, como todo vecino, del calor y del frío. Y cada tanto ella sacaba alguna anécdota de cuando trabajaba de secretaria en una empresa en Barracas. ¡Pobre, de grande siempre le robaban! Entraban haciéndose pasar por amigo de alguien. Ya conté hace mucho de la vez que le explicaban y no entendía. Ojalá esa inocencia le valga para ir al cielo. A Antonio, el hermano, casi no lo conocí. Era uno de los mejores amigos de mi suegro. Tocaba el bandoneón y andaba en bicicleta. Lo vi tocar una vez, creo que fue en el cumpleaños número setenta de mi suegro, cuando yo recién aportaba por ahí como novio. Había varias anécdotas divertidas sobre Antonio de cuando mis suegros lo llevaban de viaje con los amigos de Don Orione...
 
No sé qué necesidad tengo de anotar todo esto. Pero me va a servir para acordármelo. Algunas cosas ya casi me las estaba olvidando. Y no quiero.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Autopista

La autopista es como una herida abierta en la superficie.
La autopista es un lugar de no-ser.
Se fuga la vida por la autopista.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Anhelo de comunión

[Actualización 04/03/17: Qué estupidez esta entrada que escribí]
[Actualización 08/10/18: Estuve a punto de borrar esta entrada, pues conocí gente que quiere volver al seno de la Iglesia en plena comunión y podría sonar ofensiva; pero así y todo, aún las palabras más ofensivas no distan de lo que está haciendo la persona: entender por qué fracasó el matrimonio, analizando si puede haber forma de cambiar la situación actual, etc.]

Dentro de mis limitaciones, pienso que no sé si hay un católico de fe viva, amante del matrimonio, de la Eucaristía y de las enseñanzas de la Iglesia, separado y vuelto a juntar con otra persona, que desee realmente acceder a la comunión a pesar de su estado. Parece un caso algo especial. Uno tiende a pensar que esa persona (separada y vuelta a juntar), firme en su fe y convicciones sobre el matrimonio, amante de la Iglesia y sus enseñanzas (como todo católico debe ser), si realmente anhela acceder a la comunión debe “por lo menos” estar preguntándose por qué falló su matrimonio (y, dependiendo del caso, preguntándose si el suyo puede ser un caso de nulidad matrimonial). Y sin duda debe estar inmerso en un sufrimiento por eso, sufrimiento que quizás yo no pueda comprender.
Pero no lo imagino buscando un cambio “porque sí” de las disposiciones de la Iglesia, solo para acceder a la comunión. Si no la Eucaristía sería como un objeto que alcanzar a todo precio. O sería que la persona no le está dando al matrimonio la importancia que tiene. O, peor aún, sería alguien que pretende saber más que la Iglesia o el mismo Jesucristo. Lo más que puedo imaginar es a alguien que, en su sufrimiento, anhele que la enseñanza de la Iglesia sea otra (esa persona estaría imaginando, por ejemplo, algo como que su situación pudiera ser considerada no necesaria de reparación para acceder a la comunión; pero eso es cosa imposible).
En fin, para la persona que cree (o todavía no cree, pero está dispuesto a creer) las cosas que dijimos, y a practicarlas en serio, y que por eso sufrirá cuando falla, para esa persona es que debería ser una reforma o actualización en la pastoral de la Iglesia (o en el derecho canónico, por los casos de nulidad). Reforma que sin duda se debe tratar a un nivel de profundidad que supera al que puede tener un diálogo de panelistas de programa periodístico medio. El lugar y el momento para ese tema es, en cambio, el Sínodo Extraordinario de Obispos sobre la familia. Y el alcance de los cambios o reformas seguramente deben estar relacionados con una mejor o más cristiana forma de acompañar, pero también de instruir en la fe, a la persona que sufre.
Visto de otra manera, ¿qué le importa, a alguien que no trata de ser buen católico, si puede comulgar siendo un separado y vuelto a juntar? El anhelo de la comunión debe ser parte de un anhelo de vida cristiana plena.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Alter mundi - XIII. Federación

Tráeme de todos lados viento
lo que la gente callada
murmura en su alma para adentro
como una gran marejada.
(Jorge Fandermole)

Nacido en tierra entrerriana con el nombre de Mandisoví, Urquiza lo llevó junto río Uruguay y lo rebautizó como Pueblo de la Federación. Pero a fines de los setenta la represa de Salto Grande hizo necesario que lo trasladen otra vez, y los cimientos del que sería el viejo pueblo quedaron bajo el agua.
 
No entiendo por qué hubo que demolerlo antes de inundarlo. Los norteamericanos lo hubieran hecho mejor. Y hoy podrías ir con traje de buzo a visitar tu antigua casa, o sacarte una foto en la iglesia. Le contaron a mis padres, que estuvieron de viaje por allí, que cuando bajaba el nivel del agua, algunos perros volvían al lugar donde estaba su casa.
 
El caso no es único en el mundo, ni mucho menos. Miren esta nota sobre pueblos europeos, como Graun. O el inmenso caso chino de la Presa de las Tres Gargantas. Y después de leer una reseña básica de Federación, vayan a algo bien interesante como el Facebook de la Vieja Federación, con miles de historias y fotos, como la que ilustra esta entrada.
 
No voy a dejar muchos datos históricos o políticos. Porque esta breve entrada se concentra en el aspecto emotivo. Por eso podemos completar enlazando al chamamé “Adiós a Federación”. O copiando un sencillo poema de autora local, que fue fotografiado por mis padres en su paso por el museo del pueblo.

Al viejo pueblo
Carmen Peñalver
[La copio textual, en palabras y puntuación]

Cuando yo era pequeña, tú ya estabas
bañado por el río y las cascadas
el sudor de tus hombres que cargaban
cantando roncamente las jangadas.

Cuando fui adolescente me miraban
tus calles, pelo al viento, riendo a carcajadas
esperando detrás de las ventanas
aquellas dulces serenatas cantadas.

Cuando fui joven, tú ya estabas
el río como siempre, tu luna recostada
se adormeció en mis brazos y se fundió en la nada.

Cuando fui adulta, ya no estabas
y te cargué en mi alma para siempre
con río, calles, lunas y cascadas.