Es un sábado, y muchas veces puede ser al mediodía.
Desde Nuestra Señora de la Guardia se escuchan las campanas. ¡Un casamiento!
Desde Nuestra Señora de la Guardia se escuchan las campanas. ¡Un casamiento!
- ¡Se renueva la esperanza! ¡Un casamiento!
¿Soy el único piscuí que piensa así?
Sin duda que no. Mi esposa no pronunció esas palabras, las vivimos diariamente.
Y el oír que otra persona también lo diga, es reconfortante. Fue mi peluquero, Juan Volontiero (con rima y todo).
Sin duda que no. Mi esposa no pronunció esas palabras, las vivimos diariamente.
Y el oír que otra persona también lo diga, es reconfortante. Fue mi peluquero, Juan Volontiero (con rima y todo).
En este pedazo de mundo que nos toca, si somos aunque sea dos o tres, somos una minoría y por lo tanto nuestros derechos deben ser respetados (lo cual, tristemente, quiere hoy decir entre otras cosas que podemos equivocarnos y hacernos mal porque podemos elegir lo que queremos, porque somos "libres" y estamos en democracia).
¡Pero no nos equivocamos! Se renueva la esperanza. ¡Ni nos hacemos mal! Al contrario, somos felices al ver que se renueva la esperanza. Y no hay turbación en el alma, como quién se goza de un falso bien, de un vano placer. Y eso basta para saber que no estamos locos. O que si estuviéramos locos, ¡qué nos importa la cordura!
La gente aún se aventura a tareas heroicas, la gente aún da la vida por un ideal, sacrifica bienes de poca monta en pos de un bien superior. Esa es la única esperanza posible.
Me gusta que aún existan ideales, tan menospreciados ahora.
ResponderBorrarBuena lectura