"Mi verdad está en pedazos y no puedo considerarlos más que uno tras otro. Si estoy vivo, esperaré la noche para reflexionar. La noche bien amada. Por la noche, la razón duerme y las cosas son, simplemente. Las que verdaderamente importan recobran su forma, sobreviven a las destrucciones de los análisis del día. El hombre reconstruye sus pedazos y vuelve a ser un árbol tranquilo."
Piloto de Guerra, Antoine de Saint-Exupéry, Cap. I.
¡Cuántas cuestiones difíciles fueron consideradas por la noche y se tomó una resolución valiente y decidida, seguros de que era auténtica, original, valiosa, bella! ¡Y cuántas veces al amanecer del día siguiente todo dejaba de estar tan claro y parecía una locura poder realizar lo meditado la noche anterior!
Hasta conocer el texto de Saint-Exupéry, yo consideraba a mis resoluciones de esas noches como ideas generadas en una especie de embriaguez de trasnochador. Había llegado incluso a plantearme que no debía hacer caso de esas resoluciones, ya que seguramente yo no era plenamente consciente cuando las tomaba (todo se comprobaba a la mañana siguiente).
Pero ahora dudo. Quizás eran las ideas más transparentes, y la mañana las destruía con su lógica opaca...
Hmm... quizás no. Quizás Saint-Exupéry se refería a otra cosa.
Somos hijos de la luz; algo aún me hace desconfiar de las fuerzas de la noche. En definitiva, es probable que la noche engañe. Pero lo que Saint-Exupéry descubre en la noche es lo que la noche tiene de bueno por ser descanso, final del día. Quizás hubiera sido menos engañoso para mí que la hubiera llamado "atardecer". Y así tendría su expresión una fuerza mayor, una analogía con la vida: la sabiduría a la que llegamos cuando la vida transita su último crepúsculo.
Algunos dicen que el resplandor del día es aún más brillante para los ojos de quienes han padecido la oscuridad de la noche. Cada una debe su identidad y su encanto a la otra. H
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