(Siguiendo con el post anterior, y para que se entienda el final, eso de "interpretación periodística")
Leo y releo la homilía de Benedicto XVI para encontrar lo que dijo La Nación, eso de que "el nuevo pontífice advirtió que 'no tiene un programa de gobierno'".
Lo más parecido que encontré (que es casi todo lo contrario) es esto:
"¡Queridos amigos! En este momento no necesito presentar un programa de gobierno. Algún rasgo de lo que considero mi tarea, la he podido exponer ya en mi mensaje del miércoles, 20 de abril; no faltarán otras ocasiones para hacerlo. Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia. En lugar de exponer un programa, desearía más bien intentar comentar simplemente los dos signos con los que se representa litúrgicamente el inicio del Ministerio Petrino; por lo demás, ambos signos reflejan también exactamente lo que se ha proclamado en las lecturas de hoy".
Ustedes busquen si quieren. Pero quizás descubran algo más llamativo. Relean el texto de La Nación que puse: el nuevo pontífice advirtió que "no tiene un programa de gobierno". ¿Qué son esas comillas? El Papa, si hubiera dicho lo que no dijo, hubiera dicho: "no tengo un programa de gobierno". Una pavada. Puede ser. Más grave es la falsedad del contenido de la expresión. Pero no termina aquí la cosa. Citaré el párrafo completo de La Nación.
"En la homilía, más optimista y menos severa con respecto a otros escritos del antaño cardenal Joseph Ratizinger, el nuevo pontífice advirtió que 'no tiene un programa de gobierno'"
Esto es molesto. Ese constante acomodamiento de los sucesos a la estructura prediseñada, al modo de ser que ellos pretenden que tengan las cosas. Se confunde además con el ejercicio de una habilidad de redacción. En una frase el periodista resume hábilmente varias cuestiones que venían preocupando: la mayor o menor "dureza" del Papa, si va o no a "cambiar". Claro, no importa si esas cuestiones son relevantes o no. Esos temas son "los temas" de los que se hablaba, esas son "las claves" (pobres claves) en que se interpretaban los sucesos, y punto. Es entonces cuestión de hábilmente acomodar todo en ese orden.
Leo y releo la homilía de Benedicto XVI para encontrar lo que dijo La Nación, eso de que "el nuevo pontífice advirtió que 'no tiene un programa de gobierno'".
Lo más parecido que encontré (que es casi todo lo contrario) es esto:
"¡Queridos amigos! En este momento no necesito presentar un programa de gobierno. Algún rasgo de lo que considero mi tarea, la he podido exponer ya en mi mensaje del miércoles, 20 de abril; no faltarán otras ocasiones para hacerlo. Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia. En lugar de exponer un programa, desearía más bien intentar comentar simplemente los dos signos con los que se representa litúrgicamente el inicio del Ministerio Petrino; por lo demás, ambos signos reflejan también exactamente lo que se ha proclamado en las lecturas de hoy".
Ustedes busquen si quieren. Pero quizás descubran algo más llamativo. Relean el texto de La Nación que puse: el nuevo pontífice advirtió que "no tiene un programa de gobierno". ¿Qué son esas comillas? El Papa, si hubiera dicho lo que no dijo, hubiera dicho: "no tengo un programa de gobierno". Una pavada. Puede ser. Más grave es la falsedad del contenido de la expresión. Pero no termina aquí la cosa. Citaré el párrafo completo de La Nación.
"En la homilía, más optimista y menos severa con respecto a otros escritos del antaño cardenal Joseph Ratizinger, el nuevo pontífice advirtió que 'no tiene un programa de gobierno'"
Esto es molesto. Ese constante acomodamiento de los sucesos a la estructura prediseñada, al modo de ser que ellos pretenden que tengan las cosas. Se confunde además con el ejercicio de una habilidad de redacción. En una frase el periodista resume hábilmente varias cuestiones que venían preocupando: la mayor o menor "dureza" del Papa, si va o no a "cambiar". Claro, no importa si esas cuestiones son relevantes o no. Esos temas son "los temas" de los que se hablaba, esas son "las claves" (pobres claves) en que se interpretaban los sucesos, y punto. Es entonces cuestión de hábilmente acomodar todo en ese orden.
Pero en este caso, burdamente. Porque ¿tiene algún sentido comparar una "homilía de inicio del papado" con todos los "documentos" o "declaraciones" anteriores de todo tipo? Ninguno.
Hay más (u otra forma de verlo). El papa no habló de un plan de gobierno. ¿Cómo? ¿Por qué no habló de lo que importa? ¡Qué mal! Luego, como no se puede comprender cómo el papa no habló de lo importante, cómo no habló de un plan de gobierno, cómo no dijo qué va a hacer con tal o tal otro tema, se produce un quiebre en el recto razonamiento, se violenta toda lógica deductiva y se llega a la conclusión: el Papa no tiene un plan de gobierno. Es la única explicación. No se dan cuenta que parten de premisas falsas. Que lo importante hoy no fue hablar de un plan de gobierno. Que lo importante no era lo que ellos pensaban.
Sólo me resta imagina futuras acusaciones. Algo así: "como no tiene un plan de gobierno, entonces va mal la cosa, no es un buen Papa, le falta estrategia, eso no se corresponde con los tiempos que corren" y vaya a saber cuántas cosas más.
Dicho sencillamente, mentirosos. Aquí hay algo más que "presentar el tema del momento" o llenar las planas. Aquí hay odio, a Cristo, su Vicario y la Iglesia. Además, tienen la sutileza de una manada de elefantes en estampida, pero no les importa porque ya han aborregado a muchos.
ResponderBorrar