miércoles, 18 de mayo de 2005

Más moradas (y "manejando textos")

Me sorprende la facilidad para manejar los textos que tenemos hoy. ¡Cómo sería en la antigua Grecia o el antiguo Imperio Romano! ¡Qué revolucionario invento habrá concebido Gutemberg! (¿O fueron los chinos?) ¡Cómo sería escribir ¿con pluma? en 1577 "Las Moradas"! De ese libro yo tomé hoy una edición 2004 de Lumen, la "escaneé" y pegué el texto en mi blog de Internet. ¡Cómo reparar en cada palabra si las podemos manosear tan rápido! Es por eso que me alegro que el lenguaje me haga lenta la lectura. Como me lo hizo San Agustín con sus "Confesiones", hoy Santa Teresa con sus Moradas (algo comentó Hernan alguna vez acerca de la redacción que tenía la santa, pero no lo encuentro). Ya algo puse del primer capítulo de las moradas primeras enganchado a un texto de Maritain. Hoy pongo otro fragmento del mismo capítulo, que me llega de cerca porque me parece que yo ando por ahí ultimamente...
"...porque aunque están muy metidas en el mundo, tienen buenos deseos, y alguna vez, aunque de tarde en tarde, se enco­miendan a nuestro Señor y consideran quién son, aunque no muy despacio; alguna vez en un mes rezan llenos de mil negocios, el pensa­miento casi lo ordinario en esto, porque están tan asidos a ellos, que, como adonde está su te­soro se va allá el corazón, ponen por sí algunas veces de desocuparse, y es gran cosa el propio conocimiento y ver que no van bien para atinar a la puerta. En fin, entran en las primeras pie­zas de las bajas, mas entran con ellas tantas sa­bandijas, que ni le dejan ver la hermosura del Castillo, ni sosegar: harto hace en haber entra­do."

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