Creo que si alguna vez me di cuenta de que no tenía vocación religiosa fue cuando me di cuenta de que no la tenía (¡!).
Suena como una pavada. Pero para alguien que fue “muy educado en el deber”, todo pasaba por ese filtro (el del deber). Si conocía yo una vocación digna de admiración, esa era la religiosa (el más cercano y conocido: el cura). Pero mi “proceso de discernimiento” no era sino algo mal encaminado, que se podía resumir en estas frases: “¿Debo yo ser religioso? Puesto que es lo que se me presenta como la vocación más admirable y debido a que “debo hacer lo mejor”.
Un buen día me di cuenta de que “la cosa no era así”. Que no se plantea así. Que si yo hubiera tenido algo parecido a una vocación, lo primero que debería haber tenido era “ganas” de ser religioso. Y luego debería haber analizado si eso era lo bueno para mí, si tenía las capacidades necesarias o las podía cultivar, etcétera, etcétera (sabrán más de eso quienes hayan hecho un buen discernimiento).
Los que fuimos “educados muy en el deber”, tenemos que guiarnos un poco más por los gustos, por lo que queremos espontáneamente. Como un primer impulso, al menos. Y luego sí, educar esos gustos: ver si son buenos o malos, y así permitir que crezcan o tratar de modificarlos.
Suena como una pavada. Pero para alguien que fue “muy educado en el deber”, todo pasaba por ese filtro (el del deber). Si conocía yo una vocación digna de admiración, esa era la religiosa (el más cercano y conocido: el cura). Pero mi “proceso de discernimiento” no era sino algo mal encaminado, que se podía resumir en estas frases: “¿Debo yo ser religioso? Puesto que es lo que se me presenta como la vocación más admirable y debido a que “debo hacer lo mejor”.
Un buen día me di cuenta de que “la cosa no era así”. Que no se plantea así. Que si yo hubiera tenido algo parecido a una vocación, lo primero que debería haber tenido era “ganas” de ser religioso. Y luego debería haber analizado si eso era lo bueno para mí, si tenía las capacidades necesarias o las podía cultivar, etcétera, etcétera (sabrán más de eso quienes hayan hecho un buen discernimiento).
Los que fuimos “educados muy en el deber”, tenemos que guiarnos un poco más por los gustos, por lo que queremos espontáneamente. Como un primer impulso, al menos. Y luego sí, educar esos gustos: ver si son buenos o malos, y así permitir que crezcan o tratar de modificarlos.
Tu post me dió escalofríos. No te preocupes, vos no tenés la culpa.
ResponderBorrarFue por ese maravilloso don que tenemos los humanos al que llamamos asocición libre. Cuando leí 'el deber ser' y tus conclusiones no pude menos que visualizar la historia de un amigo muy querido y al que creo sumamente infeliz por acatar ese maldito 'deber ser'. Cómo quisiera yo poderlo ayudar, como quisiera yo que él pudiera internalizar esa idea que vos tan bien referís al final de tu escrito. No sólo por su felicidad sino porque con su filosofía inconciente, porque se que no lo hace a propósito, también hace infeliz a quien dice amar.
Yo del catolicismo ni ahí pero me encantó tu blog.
Si tenés ganas date una vuelta por el mío.
Te dejo un beso.
Che, me dejaste medio preocupado. Que conste que lo que dije aplica, al menos con seguridad, sólo a mí. No saques demasiadas conclusiones acerca de las motivaciones de una persona en base a las de otra persona...
ResponderBorrarNo, no. Sólo rescaté lo del 'deber ser', que tan tristemente condiciona la vida de mi amigo.
ResponderBorrarLástima que no te puedo dar más detalles por acá pero quedate tranquilo que no tiene que ver con tus motivaciones y las de él.
Pasa porque yo creo (puedo estar equivocada) que no lleva la vida que quisiera por 'el deber ser'. Y no es feliz él ni lo son quienes lo quieren. Porque ha silenciado su verdadera escencia a lo largo de muchos años y siente que ya es tarde para cambiarlo. Y anda por la vida complaciendo valla a saber a quién, sosteniendo una historia cuasi falsa y lo más triste es que es un modelo que mamó y que difícilmente se de el permiso de revertir.
Uff, difícil explicar sin explicar. Espero me entiendas.
Y gracias por leerme.
Besos para los dos.