Las cuestiones que parecen más “teóricas”, más abstractas, más especulativas, no son tan “inútiles” como parecen. Aunque vale llamarlas inútiles, puesto que así se confirma su grandeza, no siendo útiles, no siendo medios para otras más grandes (pensar es la actividad de los dioses). Pero las que muchas veces consideramos cuestiones inútiles (hoy día) son de una “utilidad” tal para la vida que, de estudiarlas, entenderlas y obrar en consecuencia, muchos otros grandes problemas podrían ser solucionados. (Claro, hace falta la gracia de Dios).
¿Piensas que si alguien se tomara en serio cuestiones como la ley natural, el origen de la vida y del mundo, la eternidad, el amor, por decir algunas, podría llegar a discutir al nivel paupérrimo en que se discuten hoy cuestiones como legalización del aborto, la educación de los niños, las políticas económicas (por decir algunas otras)? Pues no.
Pero nos manejamos a un nivel tan superficial, que no entendemos que pueda haber conexión entre nuestros problemas “prácticos” y los “grandes temas filosóficos”. Y la hay. ¡Y cuanta!
“No hay tiempo”, dicen. Ya no hay tiempo. Hay que obrar urgentemente. ¿Por qué? ¿Qué nos apura? ¿La muerte? Basta vivir cada día listo para morir, ya verás como desaparecen muchas urgencias. Además, a veces, de-alguna-forma hablando, se puede combinar el trabajo urgente con el cimiento de las bases duraderas.
Me dirán que no todos podemos profundizar en esos temas filosóficos, me preguntarán qué nos queda para los que no somos tan sabios o leídos. Pues nos queda la obediencia a una autoridad legitima, a una Santa Madre, que se ha nutrido del pensamiento de grandes sabios y santos, empezando por el Hijo de Dios vivo.
¿Piensas que si alguien se tomara en serio cuestiones como la ley natural, el origen de la vida y del mundo, la eternidad, el amor, por decir algunas, podría llegar a discutir al nivel paupérrimo en que se discuten hoy cuestiones como legalización del aborto, la educación de los niños, las políticas económicas (por decir algunas otras)? Pues no.
Pero nos manejamos a un nivel tan superficial, que no entendemos que pueda haber conexión entre nuestros problemas “prácticos” y los “grandes temas filosóficos”. Y la hay. ¡Y cuanta!
“No hay tiempo”, dicen. Ya no hay tiempo. Hay que obrar urgentemente. ¿Por qué? ¿Qué nos apura? ¿La muerte? Basta vivir cada día listo para morir, ya verás como desaparecen muchas urgencias. Además, a veces, de-alguna-forma hablando, se puede combinar el trabajo urgente con el cimiento de las bases duraderas.
Me dirán que no todos podemos profundizar en esos temas filosóficos, me preguntarán qué nos queda para los que no somos tan sabios o leídos. Pues nos queda la obediencia a una autoridad legitima, a una Santa Madre, que se ha nutrido del pensamiento de grandes sabios y santos, empezando por el Hijo de Dios vivo.
1- Ejemplo tonto: si a un genio en ebanistería, que durante años se la ha pasado día y noche en su taller, adquiriendo experiencia, práctica y perfección en su oficio, se le ocurriese consignar por escrito toda su experiencia manual, ¿diríamos acaso que ese libro es pura "teoría", por el mero hecho de ser libro?. Muchos (no todos) grandes libros y disquisiciones "teóricas", son, al fin y al cabo, maduración y formulación escrita de la experiencia. ¿No aprovecharnos de esa experiencia nos hace más "prácticos", o sólo una manga de necios?
ResponderBorrar2- El problema de no ver el bosque por quedarse mirando el árbol, sigue siendo un problema de miopía mental y/o espiritual. La falta de visiones "generales", en perspectiva, o abarcadoras, en favor de lo puntual, específico, o particular, es sólo otro síntoma de esta miopía, o a veces de hasta falta de neurona.
3- (Anecdótico) Un psicólogo conocido me comentaba alguna vez, que la cerrazón en un solo punto de vista sobre la realidad, tiene mucho que ver con aferrarse a lo poco que uno tiene (en este caso, pocas ideas) por temor a perderlo. Y a veces lo "teórico" está muy ligado a lo inasible, a dejar la concretidad del pensamiento único en favor de visiones más abarcadores. Digamos: es una manera de despojarse. Y como díría (lo voy a citar aunque me dé vergüenza) el maestro Yoda: "El temor a la pérdida, es un camino hacia el lado obscuro".