Entre pequeñas muertes, esparcido.
Entre demoliciones, restaurado.
Entre adioses risueños, bienvenido.
Entre renacimientos, sepultado.
Entre el día y el sol, anochecido.
Entre la negra noche, iluminado.
Entre desiertos secos, florecido.
Entre forestas vivas, desolado.
Entre tantas urgencias, demorado.
Entre tantas demoras, siempre urgido.
Entre tantos olvidos, recordado.
Entre muchos dolores, confortado.
Entre las alegrías, contenido.
Entre el cielo y la tierra, esperanzado.
El penúltimo verso es un desideratum que merece la pena intentar aplicarse. Y el último, el mejor del poema, el que lo salva. Gracias por copiarlo.
ResponderBorrarA mi gusta completo. Y debo reconocer que el cierre me gusta aún más.
ResponderBorrarPuedes leer otros del autor, el estimado Eduardo, en su mismo blog llamado Ens.