Te lo tomas a broma, Aristeo, pero no me voy a enfadar por eso. Te burlas de mí de un modo tan delicado y honesto que veo que te quieres divertir, pero sin ofenderme. Te perdono. Estás siguiendo las inspiraciones secretas de tu imaginación siempre jovial. Pero permíteme que te diga que hablas de lo que no sabes. No te voy a conducir a una tierra extranjera, sino que te enseñaré quizá que eres un extranjero en tu propio país. Te enseñaré que este mundo en que vives no es como crees, porque efectivamente no es como lo ves o lo sientes. Juzgas todos los objetos que te rodean por la información de tus sentidos, pero los sentidos engañan mucho más de lo que te imaginas. Son fieles testigos sólo en lo que concierne al bienestar del cuerpo y a la conservación de la vida. Respecto a lo demás, su testimonio no es en absoluto exacto ni verdadero. Ya lo verás, Aristeo, sin salir de ti mismo y sin que te lleve a esa región encantada que crea tu imaginación.
sábado, 13 de mayo de 2006
Esta vida no es todo
No sé que dirá un teólogo acerca de esto que voy a citar; no sé cuan erradas o superadas están las ideas de Nicolás Malebranche. Quedan advertidos. (Para el que le interese, algo dice en la siguiente página: clic).
Si lo leí fue porque me llegó el aviso de que Ediciones Encuentro editó el libro “Conversaciones sobre la Metafísica y la Religión” y dicen que es “la primera obra completa de Malebranche que se publica en España”.
Más allá de la curiosidad de todo el fragmento, fue lo que resalté en negritas lo que me impulsó a hacer esta entrada. Me imagino a un lector de esa publicidad, un lector poco habitué a cierto tipo de lenguaje, leyendo y diciendo: “sirven para el bienestar del cuerpo y la conservación de la vida, ¿y para qué otra cosa podrían servir? ¿Qué más que eso?”
Similar reacción que la de algunos amigos cuando, al analizar juntos una situación complicada, les cuento lo que dijo Jesús: “no teman a los que matan el cuerpo”. Es como que no me entienden.
Y esto no es despectivo (porque no sé si yo sería capaz de no tener miedo). Lo que quiero mostrar es cuán “secularizadas” están algunas personas que tan “fuera de lo normal” les resulta pensar que la vida no es el “valor supremo” (si se puede decir así).
Nota al pie: a veces pienso si lo mío no es más que una “aceptación formal”, si podré dar testimonio de fe cuando me toque una prueba. En fin, como sea, esa fe no será sino dada, don de Dios, así que sólo me queda pedirla.
Creo que era Ortega y Gasset el que decía que para saber cómo y cuánto valoramos la vida hay que saber por qué estamos dispuestos a darla. Quien no está dispuesto a sacrificarla por nada ni por nadie es que la tiene vacía, justo la que no merece la pena vivirse.
ResponderBorrarInteresante para autopreguntarse...
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