... Pero no son las dudas las que debemos llevar los cristianos a la política, sino las seguridades. Tomo así la advertencia de Javier, creo. Y claro que hay lugar para las seguridades cuando la política es más que impuestos y leyes de tráfico, como me ha ayudado a ver Enrique.
Hace poco leí un artículo de Horacio Bojorge (primera vez para mí) en el cuál el autor se encarga de poner en duda la supuesta debilidad política de los católicos. Y muestra como se puede influir en la política aún sin estar ocupando los puestos de poder. Repasando la historia de la humanidad, iluminando con libros de la Biblia como el de Daniel, el autor llega a decir:
(...) los católicos, aún no estando en el poder, aún siendo especialistas en perderlo como parecen serlo, han tenido y siguen teniendo una fuerza de supervivencia, que es, de alguna manera, una fuerza de orden político. Un vigor que, si no pertenece al orden del poder político, sí al orden de la resistencia política, lo cual es, de alguna manera, una cierta forma de poder.
Luego aclara que nuestra debilidad es la debilidad frente a las fuerzas demoníacas, una debilidad en la que debemos dejar que la fuerza de Cristo se manifieste.
(...) Se trata pues de una debilidad de la carne en la que brilla la fuerza del espíritu. Nuestro combate y nuestras armas son, como lo decía San Pablo, espirituales. Si llegamos a comprender esto nos desembarazamos de un falso sentimiento de debilidad, pero a la vez nos hacemos capaces de comprender cuál sería nuestra debilidad verdadera: nuestra falta de fe.
TE leeré con calma y te comentaré sabes que este tema me apasiona. TE pido oraciones en estos momentos mi esposa y yo estamos pasando por cambios laborales, Dios quiera sea para bien.
ResponderBorrarsaludos
Dios quiera que sea para mejor. Rezaremos.
ResponderBorrarMuy buenos los dos posts. El hecho de que te hagas estas preguntas ya es "hacer política". Y si la política es lo más elevado en el orden de la caridad como dice Santo Tomás, entonces debemos "hacer política".
ResponderBorrarMuy bueno el artículo del P. Bojorge -como todo lo suyo.
Una cosa si te digo, es màs la grito por su importancia: el catòlico no puede ser cómplice de la violación de la dignidad de toda persona, de la destrucción de las condiciones que permiten, defienden, facilitan, construyen el disfrute de los derechos humanos. No podemos ser còmplices del totalitarismo, de las dictaduras y mucho menos de las dictaduras de las mayorías que tan engañosamente nos quieren obligar a aceptar un laicismo enfermizo. No me la calo!. Pero una de las cosas que màs me preocupan en nuestro continente es la gran cantidad de polìticos que usan el nombre de Dios en vano, es decir, usan a Dios para sus objetivos manipulando el Evangelio; como la bestialidad que dijo el dictador de Venezuela en su “coronación” – digo, toma de posesión – que Cristo “es el màs grande de los socialistas” (y socialista para Chàvez es decir comunista).Lean el discurso de Daniel Ortega de Nicaragua, y de tantos polìticos iberoamericanos en especial los de izquierda que siguen diciendo que el socialismo es cristianismo. Ante esto no podemos seguir callados, la confusiòn que generan en la población es de pronòstico.
ResponderBorrarmil gracias por tus oraciones!!
Cruz y fierro tiene toda la razòn.
un abrazo