Dice una voz popular:
Sólo tú sabes bien quien soy
y por eso es tuyo mi corazón.
Y dice Romano Guardini en su “Vorschule des betens” (traducido como “Introducción a la vida de oración”):
Si un hombre desde la inmediatez de su vida afectiva dijere: “él” o “ella”, se referiría probablemente a aquella persona querida, con la que está más estrechamente unido. Pero tan pronto como pronunciase aquella palabra desde la raíz misma de su ser de hombre, mentaría a Dios, aunque no pensase expresamente en Él. Y si un hombre pronunciase la palabra “tú” desde la profundidad de su ser y dirigiéndose al Ser en toda su amplitud, con ella invocaría a Dios, aunque no pensase en Él expresamente.
(Gracias a Fer por advertirme de ciertas peculiaridades de aquella letra popular).
Me gustó mucho tu blog y en concreto este comentario.
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