viernes, 26 de septiembre de 2008
Con libros en la calle (breve confesión en dos partes)
sábado, 20 de septiembre de 2008
Litúrgicas (II)
domingo, 14 de septiembre de 2008
Litúrgicas (I)
(...) En la vida común de individuos, diversamente dotados, de temperamentos distintos, situados en escalonadas zonas sociales, y posiblemente, de ascendencia racial diversa, desaparece y caduca, en el curso de sucesivos períodos culturales e históricos, hasta cierto grado, todo lo accidental, lo perentorio y concreto, permaneciendo sólo con vívida permanencia lo esencial, lo que tiene categoría de valores universales; es decir, que el comportamiento, la actitud espiritual, ha adquirido, con el curso del tiempo, el rango de objetividad positiva y valiosa.
El tipo más acabado o la manifestación más perfecta de un linaje de vida espiritual, de ese modo objetivada e históricamente realizada, nos lo ofrece la liturgia de la Iglesia católica. Ella ha podido desarrollarse kata tou olon es decir, universalmente, dentro de las circunstancias de lugar, de tiempo y de todas las formas de la cultura humana, con lo que ha logrado erigirse en la más sabia y experimentada maestra de la llamada vía ordinaria, o sea, del orden esencial y regularizado de la vida de la piedad colectiva.
domingo, 7 de septiembre de 2008
Y luego con humor
Aquélla noche, la que da comienzo a este relato, el nuevaolero Arizmendi estaba comunicando a sus compinches absortos él resultado final de cierta elaboración guitarrística: era un "ritmo" diabólico, por el cual tanto los "aulladores" como los bailarines entrarían en éxtasis merced a una desarticulación total de sus sistemas respiratorios y circulatorios.
—¿Cómo sé llamará ese ritmo? —le preguntó Gutiérrez en abstracción.
—Se llamará "El Infarto".
Pero el mono Gutiérrez no se convenció. El hecho de que se mantuviera él en el polo sur de cualquier tradicionalismo no invalidaba su teoría de que sólo el tango, pese a su visible derrota, era el ritmo natural de Buenos Aires.
—El tango ha muerto —resongó Arizmendi—. ¡Paz en su tumba!
—El tango es una posibilidad infinita —sentenció el mono.
Y explicó de qué manera el tango, en sus tres avatares, había investido la forma sensual de candombes y habaneras, para rendirse luego, bajo el influjo itálico, al sentimentalismo lloroso de la canzoneta napolitana. Más tarde, y a medida que la ciudad ganaba en abstracción, el tango fue librándose de su peladura sentimental y de sus gomas fluidas, hasta llegar al bandoneón geométrico de Astor. Claro está que Gutiérrez, en este punto, no dejaba de censurar las "letras" vagamente líricas de Piazzola: una música geométrica reclamaba un texto geométrico. Y el mono, en su porteñismo insobornable, pensaba sugerir al gran Astor que musicalizase así el teorema de Pitágoras:
"En todo triángulo rectángulo,
papusa,
el cuadrado de la hipotenusa..."