En la cartelera en donde se publican avisos para vender el auto, alguien descartó el clásico “Vendo”, o el sentimental “Me venden”, e hizo un encabezado que no sospechó podía ser muy pintoresco. En negra letra de imprenta se leía desde lejos: “VENDO PALIO”.
Y al verlo, uno no podía ya detener la imaginación. Parroquia en momentos de grave crisis económica, sacerdote pierde la cordura… O quizás un rey derrotado, campos desolados, castillo vacío...
(Si hubiera creído que era el palio papal, ya habría pensado que la Iglesia hizo caso a aquellos que critican "las riquezas del Vaticano").
Iglesia vende "palio" para "paliar" la crisis.
ResponderBorrarRespetos.
Natalio
Oh
ResponderBorrarSingular comparación la que has hecho, pero excelente. ¿Sabes? Hace poco tocábamos el tema de los dineros del Vaticano. Muchas personas dicen que se debería repartir a todos los pobres; y que no quede nada... o sea, donarlo TODO. Yo me pregunto: ¿Y se supone que los feligreses deberían mantener todas las instalaciones? ¿Cómo haremos eso, si apenas cooperamos con el 1% de nuestros ingresos? Para meditar... muchas veces pedimos cosas y nos somos capaces de ir más allá.
ResponderBorrarUn abrazo fraterno.
Sí, Francisco Javier, por cierto. En relación con eso te "mando" un artículo interesante que quizás ya hayas leído.
ResponderBorrarGracias por venir.
Buena entrada.
ResponderBorrarSi la gente de verdad supiera cómo el Vaticano siempre tiene problemas para no llegar a fin de año en números rojos... porque cuesta una fortuna [mal]pagar a la enorme mayoría de laicos que trabajan en el los dicasterios y organismos vaticanos (cosa loable, pues deja de 'explotar' la mano de obra sacerdotal y religiosa y es una pequeña dosis de vacuna anticlericalista)... porque mantener el patrimonio artístico y cultural vaticano es inaudito... porque Radio Vaticana es un 'lujo' que cuesta 10 millones de euros al año... sin mencionar los regalos en efectivo o especie que el mismo Papa distibuye alrededor del mundo. En fin.
Lo que sí podría achacársele a la cúpula gobernante (y no tanto al Papa) es el contacto directo con los pobres, que al fin y al cabo ésa es la principal veta de la pobreza evangélica, más que vivir austeramente en medio del primer mundo europeo. Yo recuerdo que el cardenal Casaroli, aún como secretario de estado, pasaba su tiempo libre en las cárceles italianas... No sé si algunos o muchos de los demás cardenales y monseñores hagan cosas parecidas, en especial aquellos que no han vivido la miseria y el dolor en carne propia.
Al final, hay que decir, con San Lorenzo: 'Los pobres son el mayor tesoro de la Iglesia'.