No me gustan las “fiestas importadas”, así que no la nombraré. Pero pasó algo que me impidió evitar una referencia. Resulta que, por distintas razones, recién no pude tomar el mate de la tarde con ella y, mirando el paquete de bizcochos, me encontré con la imagen que arriba les muestro. Son dos bizcochos que, claramente, forman un corazón (quien no lo ve, no está enamorado). Se lo dedico a ella. Pero la fiesta ni la nombro. Con todo respeto al santo (¿o eran dos?).
Qué bonito.
ResponderBorrarQué hartazgo en Madrid, oye: regalos de San V., cenas de San V., flores por San V., hoteles por San V.: se trataba de atraer clientes y ganar unos pocos € con los que salvar el negocio hasta fin de mes.
¡Ay! *suspiros* qué tierno. Ésto lo has escrito con el sentimiento valentinezco que corresponde. ¡Bien por Fini!
ResponderBorrar