martes, 2 de julio de 2013

Chango Spasiuk en San Fernando

Al Chango Spasiuk le cabría muy bien lo de la integración de lo local y lo universal que buscaba Leopoldo Marechal. Porque el Chango toca temas “universales” a través del “instrumento” local que es la música del litoral. Está Dino Saluzzi, que mezcló el folklore con algo como el jazz. El Chango Spasiuk, en cambio, lo mezcló con lo clásico. A mí me gusta mucho más este mestizaje. La Suite Nordeste es quizás la obra más desarrollada al respecto. Cuatro pequeños movimientos con sus tiempos cada uno, con acordeón, violín, guitarras, percusiones varias, un chelo y un contrabajo.
 
Ir a ver al Chango no es ir a ver chamamé. Es ir a ver una música distinta, elaborada. Aunque no desprecia la fuente, el origen, tampoco. De hecho hay en sus presentaciones temas muy de tierra adentro. Y hay que decir incluso que la misma base, la música original, que parece ser sencilla, de gente humilde, no es tan simple como parece. En Encuentro en el Estudio, hacia el final del minuto veinte, el Chango explica un poco los ritmos del litoral, su origen, su forma en la teoría musical.
 
Ir a ver al Chango es ir a ver a un tipo muy rico, pero a la vez muy humilde. El sábado pasado, en San Fernando, él se fue soltando de a poco. Una de las primeras cosas que dijo fue algo como que estaba prohibido filmar. Por el tono o lo que sea, no entendimos si era broma o iba en serio. Y quizás se dio cuenta, porque aclaró sonriente mientras iniciaba un tema: “buscando el botoncito de REC se van a perder el concierto”. En el esfuerzo por hablar y ser amable le salían frases que pareciera que a él mismo le sonaban muy trilladas, poco cálidas. Entonces frenaba, sacaba las manos del instrumento y trataba de decir algo más. Enroscado en eso decidió aclarar en un momento: “ya me iré soltando, ya voy a hablar más hacia el final”.
 
Y a medida que avanzaba se fue dando. Hubo cosas para sonreír. Pero se ve que es un tipo pensante, porque le dio vueltas al mismo asunto en que se encontraba metido. Entonces habló de esa aparente necesidad de decir algo. Habló de un discurso o comunicación que necesita de palabras y que hasta que no hay, sentimos que falta algo (como los locutores que pisan las introducciones de los temas hasta que empieza la letra, dijo). Habló también de cómo la comunicación con el público se puede dar más en un acorde musical que en toda una letra, citando para eso una frase de Atahualpa Yupanqui que ahora no recuerdo.
 
Y de tema en tema se nos pasó volando la noche.

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