Lo que me pasa con “Irse” es que dice muchas cosas de las que no puedo decir que son verdad, pero o bien me interesaría averiguarlo, o bien son un consuelo.
Quizás las últimas palabras sean las más lindas: “Y a eso le llaman nostalgia: / decir que tal vez, /
en vez de nunca más”.
Eso es nostalgia, ¿o esperanza? Y si quisiera encontrar una relación, ¿dónde pueden estar más juntas nostalgia y esperanza que en la vida de fe? Tenemos conocimiento de lo que esperamos porque en cierta forma, de donde venimos, hacia allí vamos.
“Irse no es más empezar a volver”; “los caminos son siempre de vuelta”; “uno nunca se fue”… Todas palabras que pueden ser un lindo consuelo para una despedida. O bien hablar de la misma música de Gustavo Hernández Trio, que parte de lo folklórico y vuelve. Aunque seguramente estén hablando de alguien que se fue de su tierra. Pero a mí no me impide seguir leyéndola en mi clave, y hasta pensar que si al irnos no nos fuimos, es porque permanentemente Dios nos sale al encuentro.
¿Vamos hacia donde venimos? No creo, Juan Ignacio, porque venimos sin ideas y nos iremos con recuerdos (espero).
ResponderBorrareh... me voy a poner lógico por un momento: lo que llevemos o dejemos de llevar o de traer no es prueba de que los lugares de destino y origen no sean los mismos...
ResponderBorrarVenimos de Dios, volvemos a Dios, pero el alma no es igual después de haber pasado por el mundo.
ResponderBorrarAl menos espero que sea así, que no olvidemos.
¡oh!
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