Siempre supe que el mate “como debe ser” era amargo. Hasta que vi que Don Segundo Sombra tomaba dulces. [1]
Siempre pensé que un padre a la antigua (más aún si era de la nobleza) no movía un dedo en la casa. Hasta que vi que el Príncipe Fabrizio Salina servía la comida en la mesa. [2]
Siempre pensé que comer algo para que el mate no caiga tan pesado era una debilidad, hasta que vi que su amigo Larsen había aconsejado eso a Emilio Gauna. [3]
(Ver referencias en los comentarios y… ¡Feliz Semana Santa!)
[1] En “Don Segundo Sombra”, de Ricardo Güiraldes
ResponderBorrar“Los dos hombres se arrimaron al fogón. Don Segundo dio los buenos días sin parecer
reconocerme; ambos tomaron asiento en los pequeños bancos y continuó la conversación
con grandes pausas.
Volviéndose hacia mí, Valerio ordenó con autoridad:
-A ver pues, muchacho, traite un mate y cebale a don Segundo.
-¿Este?
-No. Ese es de Gualberto que'es medio mañero. Agarrá aquel otro sobre la mesa.
Encantado puse una pava al fuego, activé las brazas y llené el poronguito en la yerbera.
-¿Dulce o amargo?
-Como caiga.
-Dulce, entonces.
-Güeno”.
[2] En “El Gatopardo”, de Giuseppe Tomasi de Lampedusa
“Cuando entró en el comedor, todos estaban ya reunidos, pero solamente se había
sentado la princesa, pues los demás estaban de pie tras sus sillas. Y ante su sitio, flanqueados por una columna de platos, extendíanse los costados de plata de la enorme sopera con una tapa coronada por el Gatopardo danzante. El príncipe servía en persona la sopa, grato trabajo, símbolo de los deberes nutricios del pater familias”.
[3] En “El sueño de los héroes”, de Adolfo Bioy Casares
“De nuevo en la cama, sacaba un brazo, cebaba rápidamente, daba dos tres chupadas, mordía la corteza de un pan francés (Larsen le había dicho que matear sin comer nada provocaba dolores de estómago) (…)”