Es Viernes Santo pero el día está tan bueno que parece que proclamara una “jubilosa incredulidad acerca de la muerte”, como decía Marechal. Y así es como si nos avisara de antemano, para los impacientes, que va a venir el Domingo de Resurrección.
Pero quedémonos por ahora en el Viernes Santo y hagamos un examen de conciencia:
El rey de los judíos se ha desplomado por tercera vez
su cuerpo es una anécdota confusa bajo la cruz
lo peor de todo es que alguien le hizo la zancadilla
a ver quién fue el gracioso de la zancadilla a ver
el gracioso de la zancadilla que hizo rodar a Dios
es yo mismo es tú mismo y es nadie más
basta ya de disimular pues hombre si Dios te vio
reconoce que te has pasado todos los días de tu existencia
apostado en la estación número siete del vía crucis
poniendo tu subrepticio pie entre los pies de Dios
reconoce que ese acto es el perfecto resumen de tu existencia
reconócelo y pide perdón al Dios galileo que has derribado
porque el galileo ya se levanta a pedazos y cómo te mira
y te mira y perdona tu zancadilla y te ama
y ofrece todo su sangre sólo por ti.
(José Miguel Ibañez Langlois, Libro de la Pasión, VI-El vía crucis, 4)
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