En la Vélez Sarsfield de Munro, en una librería de usados, había una edición de 1946 de Sopena de "Quintin Durward", de Walter Scott, a 15 pesos. Impreso y editado en Argentina, cuando mi mamá tenía 7 años y mi papá todavía no había venido a Buenos Aires, pues tenía 11. La segunda guerra mundial había terminado un año antes y como en libro se imprimió en septiembre, los argentinos recién estaban estrenando a Perón. Dependiendo de cuál de las referencias históricas uno elija el libro puede o no parecer muy viejo. No me resulta viejo si pienso que podrían haberlo tenido mis padres en su niñez. Sí me resulta viejo si pienso en la segunda guerra mundial. El libro tiene esas hojas amarillentas ásperas y una impresión a doble columna poco atractiva, pero ha logrado atraparme. Fue como un rescate que hice de él entre las cosas totalmente irrelevantes entre las que se hallaba. Y solo valdría más que su rara compañía (cuyos nombres ahora no recuerdo) por tener esas introducciones históricas tan interesantes que se ve que hacía Walter Scott (lo digo por haber leído el principio de Ivanhoe y ahora este). Es una forma agradable de aprender historia, una historia que no hubiera ido a leer a otro lado. La tapa es realmente fea y en el canto ya se despegó del interior. Pero aún así es un libro agradable de tener entre manos. El olor y la tipografía son, como diría un youtuber español cuyos videos ven los chicos, muy satisfactorios. Escribo esto mientras voy y vengo del libro porque por alguna razón, no puedo leer mucho seguido, aunque libro me guste. Alguna vez pensé que era una especie de ansiedad. Lo cierto es que es una rara sensación y por mucho tiempo la vengo analizando porque me disgusta. Aunque lo cierto quizás sea que el libro no me atrapa del todo, porque hace poco leí "El mendigo alegre" de Luis de Wohl y tuve esa sensación que hace mucho no tenía: querer seguir leyendo en cualquier momento o lugar, no necesitar un clima especial, recordar todo de forma que no tengo que ir para atrás si continúo con la lectura después de una larga detención, etcétera. O quizás sea solo la necesidad de frenar mientras me siento bien para poder escribir sobre lo bien que me siento. No estoy seguro de si eso es bueno, malo, algo que hay que moderar, o solo dejar ser.
En el sillón hace rato, espero que traigan a G. de un cumpleaños. Es en San Fernando, el río estaba muy crecido y había agua hasta en la esquina de la casa donde festejan. G. ya debe tener sueño. El resto de los de la casa no creo que la reciban ya despiertos.
Cambio de día. Sería fantástico que sonara el reloj o campana de alguna torre.
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Lunes 17 de junio. Feriado de Güemes. La historia de Quintin Durward se ha hecho muy interesante en estos dos días. Hoy despedimos a Juan Carlos. ¡Quién iba a decir que en junio de 2019 estaríamos con Teresa y Luis tomando un café con leche en una confitería de Chacarita! Este fin de semana no salió el sol y no paró de llover. Estamos entrenados, no sé... como para un viaje a Londres. Mientras, ¿qué quieren escuchar? Tengo una especie de góspel hecho por David Byrne y Brian Eno o una genial versión del clásico brasilero Asa Branca interpretado por Sílvia Pérez Cruz y sus secuaces de cuerdas.
"Even though a man is made of clay
Everything can change..."[ACTUALIZACIÓN 21/06/2019: Cuando pensé que terminaba el libro me di cuenta que terminaba la primera parte. Parecía un final algo abrupto, pero el índice no decía nada. El dato solo estaba en la hoja del título y no lo vi. Tampoco lo veía al abrir y cerrar el libro. No me di cuenta que una estrellita pequeña en portada y otra en el canto lo indicaban. Y lo terminé la noche antes del feriado, con lo cual quedé un día en suspenso. Por suerte hoy pude volver a la librería y la segunda parte estaba allí, cosa que podía fallar, por ser un recontra viejo libro del cajón de 15 pesos. Pero entonces debo corregirme: Quentin Durward, de Walter Scott, edición Losada de 1946, cuando mi mamá tenía 7 años y mi papá 11, me salió 30 pesos].
Has tenido suerte, yo me he clavado con unos cuantos de esos libros "en partes". Los compro creyendo que son el libro completo (no hay otro tomo en la librería que me permita sospecharlo) y cuando voy a leerlos o me falta el principio o el final...
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