Cuando alguien nos dice "¿por qué no nos contás nada de tu trabajo?" podemos traer a colación lo que dijo Pemán (Ensayos andaluces) del jardinero del ayuntamiento, un tal Lucas, quien cuidaba las flores como hablando con ellas, que sobre ellas todo sabía y que, por eso de que "siempre" había trabajado allí, se le hacía a Pemán como una criatura mítica.
A Lucas le habían ofrecido otros trabajos mejores, pero él invariablemente quería quedarse allí, donde estaba solo. "Y es que Lucas tiene un concepto andalucísimo y orsiano del trabajo. Dice que el 'comerás el pan con el sudor de tu frente' es, para el hombre, como el 'parirás con dolor', para la mujer: un castigo de Dios, una pena, una vergüenza. El hombre debe, pues, tener el pudor de su trabajo, como la mujer lo tiene de su parto. Debe ocultar avergonzado su tarea. Por eso él, sin plebeyos e impúdicos sudores, ha discurrido ganar el pan paseando dignamente entre sus claveles y rosas".
Esto me hace pensar dos cosas. Dicen que antes se ocultaba el embarazo por pudor. A veces se entendía mal ese pudor. Para algunos remitía a una vergüenza de la unión sexual, que era vergonzosa debido al pecado original, que erróneamente decían que era, al decir de la vieja Cloto, cuando “Adán y Eva le hicieron a Dios aquella porquería en el Paraíso” (Adán Buenosayres, Leopoldo Marechal).
Pero además del pudor naturalmente humano, habría otro fondo, de una vergüenza legítima de algún modo, la vergüenza de ser un ser caído. El embarazo es el paso previo al parir con dolor, esa amonestación que recibimos cuando fuimos expulsados. Que más que una vergüenza, porque sabemos que Dios redime nuestra vida, es una tristeza del "recuerdo de aquella vez".
En conclusión, puede haber una vergüenza también de tener que 'sudar la frente' (en forma literal o en forma simbólica para otros esfuerzos) para conseguir el pan. ¿Por qué no? Es un noble sentimiento.
Corolario: El concepto del trabajo ha perdido esa noción. El trabajo en muchas culturas se asocia al ahorro y a la riqueza. Esto no es necesariamente una ventaja o un avance. Lo es solo para quien quiere desembarazarse de un vínculo con Dios y no ve al hombre como un ser caído (de una perfección a la cual aún debe aspirar).
Porque no es exacto que el trabajo sea un "castigo" o una pena (al que luego el hombre moderno debe, "superando" la idea de Dios, considerar de otra manera). El trabajo no es penoso, pues había trabajo en el Edén. La pena es el esfuerzo que exige el trabajo en este mundo.
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