La "muchacha honesta" que menciona Roberto Arlt, sirviendo en un bar de los barrios pobres de Bilbao (Aguafuertes vascas) se me mezcla con los "ojos decentes" del muchacho al que le canta la mexicana Silvana Estrada en la canción "Te guardo".
No sé de dónde habrá sacado Arlt que era honesta la muchacha del bar. Será que quizás no era como aquellas que conversan de balcón a balcón, que sonríen si se les mira y responden a los piropos. "La única ilusión de estas mujeres jóvenes que tienen las yemas de los dedos picados por el constante uso de la aguja, es el amor. Se aferran a una relación accidental con una tenacidad que espanta; el beso en ellas es más pronto que la palabra". Eso me hace acordar a la otra canción (como debe haber tantas) llamada "Ojos verdes". Aunque esta es andaluza y no vasca.
Para mí es natural la relación de honestidad con decencia. Hoy muchos llaman honestidad justamente a la indecencia. O hipocresía a la decencia. Pero me alegra que la Real Academia me autorice a relacionar honestidad con decencia (ver segunda acepción de decencia). O que una cantante moderna use la palabra decente.
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