Las hojas de mi “Historia de dos ciudades” son de bastante pobre calidad, a pesar de llevar el famoso nombre editorial de Bruguera. La situación solo se sostenía gracias a Dickens, que es un crack.
Pero hemos dado en el clavo con el cambio de señalador. Pedimos ayuda y vino el famoso Chevy. Pensamos que iba a ser algo grueso para una hoja tan fina (ver el completo estudio de señaladores) y sin embargo no solo no hubo inconveniente con eso sino que además modificó el ambiente. Y ahora las hojas finas son un recuerdo. Están ahí pero pasan desapercibidas y el conjunto, con su señalador, es todo un gusto de abrir, entrar y quedarse. No digo que llegue al nivel de “La ciudad de Dios” con su señalador de “Mercado Cubos”, pero mejoró muchísimo.
Este último es un ambiente perfecto que valdría la pena mencionar si uno supiera escribir bien. No es una edición cara ni mucho menos. Es un lindo ladrillito de tapas lustrosas y coloridas, un interior con tipografía clásica y un señalador que le va justo. Da gusto solo abrirlo, leer dos renglones o incluso no leer. Solo mirarlo.