El profesor Aronnax acaba de descubrir la Atlántida y lo dejé un rato para irme con Goethe a Italia. Veremos qué tal sale esto último. Llegando a los Alpes Bávaros le empiezo a tomar el gusto; veremos si se mantiene…
Ambos libros tienen señalador de tirita de tela. Se me hace engorroso tratar de dejar la tirita bien plana cada vez que cierro un libro. (Compruebo de casualidad que mi viejo Adán tenía tirita y que por aquel entonces yo no tenía esas preocupaciones, porque la tirita del Adán ya tiene un giro sobre su eje bien aplastado por los años…)
(Al día siguiente)
Primer golpe de gracia de Goethe y aún no entramos a Italia:
“De Botzen a Trento hay nueve millas de camino por un fértil valle. Todo lo que trata de vegetar en las montañas tiene aquí más fuerza y más vida; el sol calienta, y vuelve uno a creerlo un dios”.
Dejo el señalador de tirita con más soltura y vuelvo un rato al mundo submarino, que Verne está por llegar a su fantástica Antártida. ¿Casi tan fantástica como la Atlántida? “No tanto”, podemos decir ahora que conocemos sobre lejanas eras geológicas…
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