viernes, 19 de noviembre de 2004

Sobre la libertad

...libertades que se pierden voluntariamente, que se ofrecen, no son más que actos de verdadera Libertad.
Por acá creo que pasa toda esa discusión de si se pierde o no la libertad al amar.

5 comentarios:

  1. No concibo el amor sin libertad, y sí, creo que cuando ofreces libertades es porque eres más libre.

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  2. Ceder tu libertad es eso, darla, entregarla. Ciñámonos al sentido de las palabras. Uno que tiene pareja puede creer que es más libre, que el amor le eleva, le libera, le hace relativizar lo que acontece a su alrededor y no darle tanta importancia a lo diario... pero realmente no, ha perdido esa libertad. Ya solo le queda una sombra de libertad, un recuerdo.
    Salud

    Kovalik

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  3. Tu lo has dicho, estimado Kovalik. Ciñámonos al sentido de las palabras. Libertad.
    La verdadera libertad no es hacer lo que quiero sino hacer lo que elegí hacer. En un caso ideal y muchas veces, ambas cosas coinciden. Pero en muchos otros casos no.
    Por eso puse libertades con minúscula y Libertad con mayúscula. Esto no es poesía, es razón.
    Sería bueno que sigamos hablando de esto. Si tienes un e-mail...
    Saludos.

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  4. Así pues, las libertades se alcanzan y se pierden en este mundo temporal, en este mundo en el que regalamos nuestra libertad por amor, y la perdemos después, sin que esto suene absurdo. Es un juego que tiene un fin, y entonces pregunto yo: ¿estas pequeñas libertades valen la pena o deberían estar sometidas a la consecución de la Libertad con mayúsculas? He aquí el dilema que divide al Mundo.
    La Libertad, la que ni siquiera sospechamos como puede ser, se alcanza cuando uno ya ha muerto. Y entonces surge la otra pregunta ¿para qué sirve entonces?
    Salud

    Kovalik

    sicariocarlos@hotmail.com

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  5. No hace falta ir al otro mundo para hablar de libertad. Creo que estamos hablando de dos niveles. Un concepto más mundano de libertad y otro más profundo. Pero ambos de este mundo. Y confundibles también (entre otras razones) por la limitación de nuestro lenguaje.

    Yo diría lo siguiente respecto a la verdadera libertad.

    1.- La verdadera libertad no es necesariamente hacer lo que uno quiere. El mito del Antiguo Testamento habla del paraíso perdido y el pecado original. Sea esa forma de explicarlo que vos creas u otra, el hecho es que somos seres con una tendencia al mal. Por eso, no siempre queremos lo bueno, ni lo mejor. Muchas veces queremos lo que no nos conviene (y eso lo prueban las consecuencias de la elección). Queremos cualquier cosa. Poder hacer cualquier cosa que queremos no es libertad. Un adicto a un vicio (como tal, dañino) no es libre, se miente si cree elegir hacerse daño.

    2.- Amor es entrega. Darse. Dar todo, hasta la vida. Ese es el mejor y más verdadero amor. Como se dice habitualmente, eso implica “negarse a uno mismo”. Eso no es perder la libertad, a pesar de que sea negar muchas veces la propia satisfacción. El secreto está en la satisfacción que se obtiene al entregarse, que es mucho más profunda y duradera que la satisfacción de autocomplacerse. Sólo el que es libre, puede amar.

    Por eso cuando uno renuncia a esas “libertades” (y acá se usa la expresión más vulgar de libertad, muy física, muy biológica), si lo hace en pos de algo mayor, algo que sabe que es bueno y que incluso le dará mayores satisfacciones, no deja de ser “libre”, plenamente libre.

    Respondiendo más a lo que vos decís, te diría que a la libertad más grande se someten todas la libertades “físicas”. Pero eso no es perder la plena libertad. Y es lo que hay que hacer porque de eso se trata el amor. Y el amor es lo primero.

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