La falta de persecuciones "relajaba" a los cristianos del siglo III, según nos cuenta John Henry Newman, que había estudiado mucho acerca de esa época. Una paz con manifestaciones hostiles sólo aisladas reinó en la primera mitad del siglo y hasta el mandato del emperador Decio y su persecución del año 250.
"(...) sin perder su fe ni las brasas de una caridad que al menor soplo favorable arderían inmediatamente, se daban ya entre ellos notable signos de relajación. Muchas veces se encontraban al borde de pecados serios y a veces traspasaban ese borde. Muchos se unían a la Iglesia por motivos poco elevados ya que no les perjudicaba ni en su situación social ni en sus negocios; en familias de padres cristianos la instrucción moral y religiosa era tan escasa que resultaba difícil decir por qué se hacían llamar miembros de una religión de origen divino. Los matrimonios con paganos aumentaban el mal ejemplo y la confusión."
Uno de los personajes de la novela "Calixta", ambientada por Newman en el 250, dice en una charla de paganos:
"Si Jucundus quiere hacerme caso, le demostraré que los cristianos, de hecho, se están yendo a pique. Aquí mismo en Sicca había muchísimos y ahora son un puñado. Estos últimos cincuenta años han venido mucho a menos, el peligro ha pasado. ¿Quieres saber como reanimarlos? Saca un edicto imperial, prohíbelos, persíguelos. ¿Quieres que se los lleve el viento como hojas en otoño? Olvídate de ellos."
Y me pregunto: ¿es estrictamente necesario que los cristianos sean perseguidos (hoy no hay tantas matanzas, pero sí otro tipo de agresiones) para que puedan ser verdaderos seguidores de Cristo? ¿Tenemos entonces que alegrarnos cuando hay exposiciones de artistas provocadores o cuando algunos legisladores intentan imponer su ideología despreciando a la religión?
Nuestra religión es "escandalosa" y me imagino que si Dios lo quiere, el soportar las persecuciones puede estar en nuestro camino. Pero no es ese el único camino. También hay grandes cristianos, de gran fe y grandes obras, que no surgieron de las persecuciones sino de la conmoción del corazón frente a la miseria, como por ejemplo la Madre Teresa de Calcuta.
Tus caminos, Señor...
No sé, pero me parece que la cuestión de la persecusión, si bien se ha tratado de un hecho real en muchos momentos de la historia, y también hoy en gran cantidad de lugares del mundo, también representa algo, es algo así como mantenerse alerta, no achancharse, no creersela. Estar prevenidos, de nuestras propias miserias, de nuestros propios boicots. Creo que se puedo tomar así, y un poco más misticamente, también somos perseguidos por el maligno siempre, y justamente a veces contar con la benignidad del establishment puede ser un sangriento ataque del maligno. En fin...
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