sábado, 12 de noviembre de 2005

Una pregunta

Ya van dos veces que me encuentro la expresión. Una vez fue José Luna* (con el señor Cantabelli):

JOSÉ LUNA: (...) Los ojos de Lucía Febrero se abren al mundo como dos preguntas verdes. Y su corazón también es una pregunta.
FILOMENA: ¿Verde?
JOSÉ LUNA: (Turbado). Sin color, Filomena. Pero más terrible que las otras. Esa es una pregunta que hace llorar.
LEONE: (A García, por José Luna). ¡García, está delirando!
GARCÍA: ¡Es la lujuria que se le metió en los ríñones!
JOSÉ LUNA: (A Filomena, patético). ¡Filomena, no me digas que no has entendido!
FILOMENA: No entiendo nada, José.
JOSÉ LUNA: (A Cantabelli). Y usted, ¿lo en­tendió?
CANTABELLI: Naturalmente. Lucía Febrero es una pregunta viva; lo ha sido eternamente.
JOSÉ LUNA: ¡Gracias, Cantabelli! Usted es un hombre. ¿Y si nos tuteáramos?
CANTABELLI: José, todavía no.
JOSÉ LUNA: (A todos). ¡Oigan! El señor Canta­belli ha dado en la tecla: Lucía Febrero es una pregunta urgente.

Y la otra vez fue Castellani, en el poema Mari-Ángeles**, que termina:

Pero aún cuando no exageres
la verdad es que no eres
con veinticinco alfileres
nada más que una pulguita
y eres ya una mujercita
y una pregunta infinita
como todas la mujeres.

Cosa intrigante eso de la mujer como una pregunta...
* "La batalla de José Luna", Leopoldo Marechal.
** "El libro de las oraciones".

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