lunes, 1 de mayo de 2006

Verdad y amor

Uno sólo lleva
lo que tiene adentro.
Lo que tiene afuera
se lo lleva el viento.

Cada uno con su amor,
su día y su noche.
Lo que entrega el corazón
y lo que esconde.


Roberto Cantos
En la larga charla que voy teniendo con el teólogo francés, el cardenal Jean Daniélou, encuentro algunas pistas para lo que creo que es una correcta relación (conceptual y a la vez ¿vivencial?) de la verdad y el amor; inquieto el pensamiento desde que en la Revista Ens se mencionó al tal Vattimo hablando de ello.
Daniélou me habló del concepto de verdad hebreo (emet) y su diferencia sustancial con el griego (alétheia). Mientras que la segunda se basa en la evidencia de lo conocido, la primera se basa en la veracidad del testigo que nos la revela. La verdad de Dios nos la revela Él mismo y esa verdad se conoce por la fe. Todo esto, con la base de una larga explicación acerca de Dios como persona, hace que el siguiente texto sea muy revelador:
Lo propio de las personas, como ha dicho muy bien Scheler, es el silencio; no pueden ser conocidas si ellas no se revelan; y no se revelan más que a través del amor.
Es así que no creo errar mucho si digo lo siguiente: la verdad (no tanto de las cosas materiales sino de las personas y más aún de Dios) se manifiesta y se conoce a través del amor.
He ahí una clave magnífica para entender la relación entre verdad y amor, ¿o no?
(Dado en los comienzos de mayo, mes de María).

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