(...) todos los días, con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de la mano, celebraba la misa.
De todos modos, dependía de la situación. En el barco que nos llevó al norte celebraba la misa por la noche y daba la comunión a los prisioneros que me rodeaban. A veces tenía que celebrar cuando todos iban al baño, después de la gimnasia. En el campo de reeducación nos dividieron en grupos de 50 personas; dormíamos en camas comunes; cada uno tenía derecho a 50 cm. Nos las arreglamos para que estuvieran cinco católicos conmigo. A las 21:30 había que apagar la luz y todos debían dormir. Me encogía en la cama para celebrar la misa de memoria, y repartía la comunión pasando la mano bajo el mosquitero. Fabricamos bolsitas con el papel de los paquetes de cigarrillos para conservar el Santísimo Sacramento. Llevaba siempre a Jesús eucarístico en el bolsillo de la camisa.
(...)
Durante el descanso, mis compañeros católicos y yo aprovechamos para pasar un paquetito para cada uno de los otros cuatro grupos de prisioneros; todos saben que Jesús está en medio de ellos; El es el que cura todos los sufrimientos físicos y mentales. Durante la noche los presos se turnan en adoración. [*]
miércoles, 19 de julio de 2006
Todo por la Eucaristía
Quizás una de las prédicas a las que más refuerza el relato de la experiencia de la cárcel de monseñor François-Xavier Nguyên Van Thuân es la de la importancia de la Eucaristía. Empieza el texto con el suceso del encarcelamiento y cómo se las rebusca el obispo para conseguir que le envíen vino de misa bajo el disfraz de remedio para el estómago. Y luego cuenta:
Cuando recuerdo que una vez hace poco no fui a misa por estar engripado, me siento como indigno de andar confesándoselo a un sacerdote como este.
[*] "Cinco panes y dos peces", cap. 4; François-Xavier Nguyên Van Thuân; Ed. Ciudad Nueva.
Escuché hablar de él por primera vez hace dos años en un retiro. En el almuerzo, nuestro Obispo nos leyóalgunos capítulos de su libro. Impresionante su testimonio de fe en medio de tan grande adversidad.
ResponderBorrarUn saludo :)
El testimonio de este cardenal vietnamita es impresionante. Deberian meditarlo los sacerdotes y religiosos que siempre prefieren hacer actividades "utiles" antes que dedicarse a su ministerio.
ResponderBorrarSaludos, Lilian. A propósito de lo que dice Cruz y Fierro, el cardenal Van Thuân estaba como imposibilitado de perderse en actividades útiles. Y hay un capítulo en dónde habla de todo lo que le hizo aprender esa situación en la que sentía inutil.
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