Los Pensées no podían faltar en la biblioteca. Los incorporamos con una edición 1977 de Losada, con prólogo de François Mauriac y “traducción del texto del autor con las adiciones de Port-Royal convenientemente distinguidas por E. D’Ors”. Irrisorios cuatro pesos.
Una voluminosa edición tapa dura de Espasa Calpe, de 2001, de las Poesías Completas de Antonio Machado, segunda incorporación por nueve pesos.
Entre míseros libros usados encontré la Palabra de Dios, el Nuevo Testamento en una edición que no conocía, y hasta dedicada por un padre a su hijo. Pensé en rescatarla de esos piojosos cajones, pero después decidimos no hacerlo, y me quedé con el consolador pensamiento de que podría estar ahí para alguien más.
De esos mismos cajones llevé un libro sólo porque salía dos pesos y eso me parecía poco para una historia de Georges Bernanos (al que conozco sólo de oído y citas de blog): “Nueva historia de Mouchette”, editada en 1986 por una casa española llamada Caralt.
El Niño Dios, relato de Marechal para niños, con las ilustraciones de Silvia Martín, se ve que viene cotizando en baja porque le observé una marca por quince y una etiqueta por trece, llevándolo nosotros a sólo ocho pesos.
Al final, y viendo que era la librería que más baratos los tenía (seis pesos), llevamos dos de la colección “Biblioteca de Premios Nobel”, de tapa dura, de la española Altaya: “Thérèse Desqueyroux” de F. Mauriac y “Un día en la vida de Iván Denisóvich” de Alexandr Solzhenitsin.
¿Leerlos todos? No sé. Quizás algún día. Estas son inversiones para la biblioteca familiar, alguien las aprovechará.
El secreto de la libreria que se dejo saquear asi te lo guardas para poder hacerle un segundo ataque antes de que pasemos los langosta?
ResponderBorrarUna vez cada "mucho" tanto, y a pesar de que aún no leímos ni la mitad de la biblioteca actual, sublimamos la inclinación a la compra compulsiva de libros mediante la adquisición de algunas ofertas.
ResponderBorrarSe trata, por supuesto, de librerías varias de la Avenida Corrientes, que venden libros viejos o usados. En cinco o seis cuadras, Obelisco arriba, hay muchísimas (Hernán hizo un plano alguna vez).
No se consiguen, quizás, los libros que uno espera (tengo muchos en lista, de acuerdo a lo que los blogueros me fueron revelando), pero siempre hay ofertas ineludibles. O cosas que te das cuenta que no pueden faltar en la Biblioteca.
Saludos.
El de Soljenitzin es precioso. A mí me encantó: cómo se puede escribir un libro, y mostrar tanta vida, con la narración de sólo un día en un campo de concentración. Hay una construcción de una pared, que me pareció fantástica.
ResponderBorrarSiempre me encantó la belleza que surge de lo aparentemente muy prosaico. No dejes de leerlo, se lee fácil y creo que ¡vale la pena!
OK. Gracias. Creo que a ella también le interesó, así que quizás tenga doble consejo antes de leerlo.
ResponderBorrarMagníficas inversiones, con altos intereses espirtuales. Ríamonos de la bolsa.
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