Hoy el mundo no parece odiarme. Y sin embargo Él dijo que el mundo nos odiaría (Jn. 15, 18-19). La respuesta es simple: no soy buen cristiano, me disimulo muy bien en medio del mundo.
Ser odiado no sería condición suficiente para comprobar que soy buen cristiano (¡El mundo odia a tantas personas y a tantas cosas!). Pero no serlo, no ser odiado, ¿es sí una prueba suficiente de que no soy buen cristiano?
Habría que ver si se refería a un odio visible y continuo. A Él mismo lo recibieron bastante bien en Jerusalén.
ResponderBorrarDe todas maneras, siempre es una buena idea preocuparse por esforzarse más.
Saludos.
Ojo, que a veces la indiferencia es mayor signo de desprecio que el odio...
ResponderBorrarOtra cosa, vale examinarse, pero creo que "auto-castigarse" por ahí no ayuda. Y creo que siempre nos va a faltar mucho para ser "buenos cristianos"... Por eso, acogerse a Su Misericordia, y pedirle la gracia a Él de que, cuando realmente en algún momento el mundo nos odie, sepamos serle fieles.
JI ¿Tenés un 0km de más de 50000 U$S ? si es no, entonces el mundo te odia.
ResponderBorrarYo creo que el mundo tiene una manera muy sutil de odiar que es, además de atacar, negar lo que más aprecia: el éxito y el dinero.
Interesantes puntos... me quedo pensando...
ResponderBorrarEn una ocasión lei de un santo que interrogaba a Dios con un duro "¿es que ya no me quieres?" cuando no Le había enviado ninguna contradicción a lo largo del día.
ResponderBorrarNo le pidas problemas: pídele el don de saber "redireccionarlos" cuando llegue el momento.
Muy interesante tu punto. Otro que a veces me hago es si soy locura y soy escandalo como dice San Pablo. Si no lo soy, es que estoy demasiado comodo "en el mundo".
ResponderBorrarRecomiendo una breve lectura de la primera parte de "Temor y temblor", de Kierkegaard.
ResponderBorrarNo creo yo que ser un buen cristiano, un santo, necesariamente signifique ser odiado por el mundo, por quienes nos rodean, por muchos enemigos... Puede haber casos, como a monseñor Romero, por ejemplo, asesinado por el odio que a algunos les provocaba la dimensión social del Evangelio. Mas, ¿quién odiaba a la Madre Teresa o al abbé Pierre?
ResponderBorrarAl menos yo, los buenos cristianos que he conocido, completamente entregados al servicio de Dios en el prójimo, los he visto siempre felices, porque no nada más se saben amados por Dios, sino acariciados por Él a través de las personas con las que conviven, a quienes sirven...
Habrá que darle más reflexión y exégesis a este versículo...
¡Saludos a todos!
Bien. Más buenos puntos...
ResponderBorrarGracias otra vez.