“¿Cuál es el significado último de la existencia?” “¿Por qué existe el dolor, la muerte?” “¿Por qué vale la pena realmente vivir?”. O, desde otro punto de vista: “¿De qué y para qué está hecha la realidad?”
(…)
Estas preguntas arraigan en el fondo de nuestro ser: son inextirpables, porque constituyen como el tejido del que está hecho.
San Pablo, en el discurso del Areópago (Cf. Hch 17, 22-34), que se narra en el capítulo 17 de los Hechos de los Apóstoles, cuando discurre con los atenienses sobre la búsqueda de una respuesta a las preguntas últimas que hacen hablar al fondo de nuestro ser, las identifica con la energía que gobierna, provocándola, sosteniéndola y definiéndola continuamente de nuevo, toda la movilidad humana, incluso la misma movilidad de los pueblos, ese vagabundear suyo por el mundo “en busca del dios”, del que “da a cada uno la vida, el aliento, todo”.
Cualquier movimiento del hombre surge de aquí, de esta enérgica raíz; procede y depende de esta enigmática fuente última, original y radical.
jueves, 19 de julio de 2007
El motor (o "El sentido religioso IV")
Luigi Giussani, El sentido religioso, capítulo quinto.
Nota: Pasamos por este tema, como antaño, en esta oportunidad gracias a la curiosidad despertada por una entrada de Jesús Beades.
"Esas preguntas... son inextirpables". No lo hubiera podido definir mejor.
ResponderBorrarComo criaturas, tenemos dentro la señal del Creador. Lo hermoso e inteligente de Dios es que nos puso a Él dentro en forma de preguntas escondidas que sólo encuentran respuestas escondidas en la fe.
Toda ideología que intenta extirpar esas preguntas del interior del Hombre no puede llamarse humanista. Toda Ciencia que pretende conocer la Ley e ignorar al legislador es un ejercicio inútil.
Una entrada muy bonita y muy densa. Prometo leer las tres partes anteriores.