lunes, 25 de febrero de 2008

Los verán en las calles de la ciudad

Tienen en su frente los nombres de los lugares en donde han estado y de los caminos que recorrerán.

Y en la frente también el número, que es su cifra.

viernes, 22 de febrero de 2008

Verdaderos adoradores

(…) los Salmos, el gran libro de oración del pueblo de Dios en la Antigua y en la Nueva Alianza: éstas son palabras que el Espíritu Santo ha dado a los hombres, son Espíritu de Dios que se ha hecho palabra. De esta manera, rezamos «en el Espíritu», con el Espíritu Santo. Naturalmente, esto se puede decir con mayor razón aún del Padrenuestro: san Cipriano dice que (…) cuando recitamos el Padrenuestro se cumple en nosotros la promesa de Jesús respecto a los verdaderos adoradores, a los que adoran al Padre «en espíritu y en verdad» (Jn 4, 23). Cristo, que es la Verdad, nos ha dado estas palabras y en ellas nos da el Espíritu Santo (De dom. or., 2).

Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, Cap. 5: La oración del señor

lunes, 18 de febrero de 2008

Blogvivencias (en ambiente católico)

Por un lado, hay a quienes les encanta citar a Rahner, Boff u otros pensadores “rebeldes”. Por otro lado, hay a quienes les molesta que otros católicos citen a esos autores “observados”. Trato de no estar de ninguno de los dos lados.
Por naturaleza (o por lo que sea) hay dos tipos de personas. Aquellos a los que les gusta cuestionar a la jerarquía y aquellos que le son absolutamente incondicionales. Claro, llevadas al extremo, ambas cosas son malas. Una porque por la libertad de pensamiento puedo ir a la rebeldía per se, la otra porque la jerarquía puede equivocarse en cuestiones opinables.
¿Yo? Como no estoy a la altura de las discusiones entre teólogos, en caso de querer ejercitar mi propio sentido crítico, prefiero cuestionar a los autores “observados” (confiado en que encontraré las fallas si me apoyo en el magisterio eclesiástico), que criticar a la jerarquía apoyado en aquellos. Esto no quita que pueda tomar de los “rebeldes” aquellos elementos que son verdaderos.
“La Iglesia no hace tal cosa”, dice alguien, y puede tener razón. Pero precisamente para eso están los que hacen las cosas, para hacerlas. El dilema entre el carisma y la jerarquía se juega en la vida diaria, en la misión, en el amor al prójimo. El carisma que la jerarquía no llega a comprender no debe tanto escribirse sino hacerse; la jerarquía es la que escribe. Hagamos nosotros lo que “la Iglesia no hace” y luego otros escribirán de ello.

jueves, 14 de febrero de 2008

Cuatro orejas

- Tener cuatro orejas no es bueno, se escuchan más cosas que las que uno quisiera escuchar.
- Yo diría: “más cosas de las que uno conviene que escuche”.
- No, no sé. A veces conviene saber lo que otros piensan de uno (lo que hablan cuando no estás, lo que escuchan esas dos orejas adicionales que luego te hacen la confidencia), pero la verdad es que no es nada agradable.

sábado, 9 de febrero de 2008

Ruso y universal

Hay situaciones en las que se mezclan un poco de aquello de “en mi época las cosas eran mejores”, otro poco del hábito de quejarse y decir que uno anda mal (para que no le pidan favores o dinero) y otro tanto de otras costumbres humanas.
Cuando me toque nuevamente en la vida diaria observar situaciones como aquellas a las que me refiero, no podré olvidar el siguiente pasaje de Chéjov en “La estepa”. ¡Con qué humor lo pinta el autor, a través de los ojos inocentes de un niño ruso!

Mientras comían, hablaban entre todos. De esa conversación Egórushka sacó la conclusión de que todos, pese a la diferencia de edades y de caracteres, tenían algo en común: todos eran personas con un maravilloso pasado y con un presente muy malo. Sobre el pasado absolutamente todos hablaban con entusiasmo, pero todos despreciaban casi su condición actual. Al ruso le gusta mucho recordar, pero no le gusta vivir. Egórushka no lo sabía aún; por eso, antes de que la comida terminara, llegó a creer firmemente que alrededor del caldero sólo había gente ultrajada y ofendida por el destino.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Vlaho trae gente (y otros casos relacionados)

En mi parroquia no se caracterizan por ser muy... litúrgicamente ortodoxos, digamos. Sin embargo, el cura se ha tomado el trabajo de explicar que aunque el domingo prevalezca frente a la fiesta del santo, “nosotros vamos a hacer una excepción y vamos a hacer la bendición de las gargantas de san Blas” (lo digo en serio... algo es algo... también podría haberlo hecho sin explicar nada).
No quiero desestimar la veneración de san Blas, santo del cual mi propia madre es muy devota (y hasta casi le atribuye una curación), pero la verdad es que me llamó la atención eso de la “excepción”. Es que, sin duda, este santo oriental tan venerado en las regiones eslavas cada vez atrae a más gente por estas pampas. Y eso de atraer gente se puede prestar a muchos abusos...
Cuando le conté lo de la “excepción”, mi madre aportó a la charla otros casos singulares. Porque si de santos “exitosos” se trata, lo tenemos a san Expedito, hacia el cual derivó inevitablemente la conversación. Contó mi madre que hay una parroquia por su barrio en dónde ni bien el contestador telefónico anuncia con qué parroquia te comunicaste, aclara que “aquí veneramos una imagen de san Expedito”, para luego seguir con el resto de la información como horarios de secretaría, misas, etc.
Quizás unos pasos atrás en cuanto a “popularidad” (con todo respeto) se encuentra Nuestra Madre en la advocación de la Candelaria. En mi parroquia la han festejado haciendo una nueva “excepción”. Como cae en el día anterior a san Blas, este año en sábado, en la vespertina tampoco prevalece su festejo, pero la bendición con las velas se hizo igual.
Nuevamente la singularidad la aportó mi madre. Me dijo que en otra parroquia (que no es la de san Expedito) ofrecieron lo que yo considero una verdadera "promoción" (¡agh!): con las velas de la Candelaria te daban la bendición de san Blas.
(Publicado hoy en Miércoles de Ceniza)

sábado, 2 de febrero de 2008

Guerra

El celebrado doctor Pym cerró los ojos e hizo una inclinación de cabeza. El también murmuró su grito de guerra nacional en voz baja, que sonó como “encantado de conocerlo”.

Siempre recuerdo este pasaje de Manalive de Chesterton cuando veo (y estudio) el comportamiento de los gerentes de la empresa.
Y luego pienso en mí. Asumir la naturalidad de la competencia es un paso necesario para saber evitarla o hacerla en la medida justa. Por el contrario, muchas veces nos quejamos de la feroz competencia (por ejemplo, en el ámbito laboral), y en parte lo hacemos desde un lugar de miedo, de no enfrentamiento de la realidad. Es como si denunciáramos los efectos negativos de la competencia desmedida y con eso evitáramos reconocer que aquello que tanto nos cuesta, la competencia, es natural.