Por un lado, hay a quienes les encanta citar a Rahner, Boff u otros pensadores “rebeldes”. Por otro lado, hay a quienes les molesta que otros católicos citen a esos autores “observados”. Trato de no estar de ninguno de los dos lados.
Por naturaleza (o por lo que sea) hay dos tipos de personas. Aquellos a los que les gusta cuestionar a la jerarquía y aquellos que le son absolutamente incondicionales. Claro, llevadas al extremo, ambas cosas son malas. Una porque por la libertad de pensamiento puedo ir a la rebeldía per se, la otra porque la jerarquía puede equivocarse en cuestiones opinables.
¿Yo? Como no estoy a la altura de las discusiones entre teólogos, en caso de querer ejercitar mi propio sentido crítico, prefiero cuestionar a los autores “observados” (confiado en que encontraré las fallas si me apoyo en el magisterio eclesiástico), que criticar a la jerarquía apoyado en aquellos. Esto no quita que pueda tomar de los “rebeldes” aquellos elementos que son verdaderos.
“La Iglesia no hace tal cosa”, dice alguien, y puede tener razón. Pero precisamente para eso están los que hacen las cosas, para hacerlas. El dilema entre el carisma y la jerarquía se juega en la vida diaria, en la misión, en el amor al prójimo. El carisma que la jerarquía no llega a comprender no debe tanto escribirse sino hacerse; la jerarquía es la que escribe. Hagamos nosotros lo que “la Iglesia no hace” y luego otros escribirán de ello.
Recórcholis, cambio de diseño, muy lindo.
ResponderBorrarEn cuanto al post... muy interesante, lo que me pregunto es si existen realmente estos dos extremos dentro de la Iglesia, el del cuestionador per se y el del jenuflexo.
No, no existen. Los extremos los creamos para poder entender y explicar las cosas, creo yo.
ResponderBorrarPor cierto, estimo que mucho de lo que anduve pensando antes de escribir esto se debi� a la lectura de tu post acerca del art�culo que puso Rome. Ah� tom� noci�n que algunos amigos m�os gustan de leer y citar a aquellos autores, ah� vi que vos ejerc�s una sana cr�tica, etc. (sin considerar que uno u otro est�n en los extremos).
ResponderBorrarSaludos.
Quisiera hacer anotaciones (a eto se reducen últimamente mis aportes):
ResponderBorrar- No me parece malo citar a disidentes, herejes o lo que sean, siempre y cuando se cite bien. Cuando se cita (así sin más), se da autoridad y hay que cuidarse de los escándalos.
- La jerarquía puede equivocarse en lo opinable, pero yo refiero seguir -ante la duda- a mis maestros que al primer seudoteólogo que aparezca (que puedo ser yo mismo). Lo que pasa es que algunos prefieren seguir cualquier cosa antes que a la jerarquía. Es algo patológico.
En realidad creo que los grupos podemos pensarlos como varios más: los que obedecen pero también critican, los que critican sin analizar, los que son más papistas que el Papa... los que acatan las observaciones pero también rescatan lo bueno. La macana es el extremo. Y yo creo que sí existen esos tipos de personas. Pero hay muchos más. Y sobre todo, que en general es todo bastante complejo.
ResponderBorrarGracias por tu aparición, Sangre Azul. Creo que hay muchos que pensamos que si se cita sin más se da autoridad. Creo que hay muchos que no piensan así y esa diferencia de apreciación (de unos y de otros) acerca de lo que se está haciendo al citar es la que hace que surjan los enfrentamientos; dichos enfrentamientos se centran en el tema citado pero se resolverían mejor si se aclaran estas diferencias más profundas de criterio.
ResponderBorrarJosefina, es verdad que, en cierta forma los extremnos existen. Quizás no el extremo de libro, de definición, pero cumple el rol de extremo el que más se va hacia un lado dentro de un grupo.
Gracias a todos por comentar.
Me gusta mucho el cambio de cara...
ResponderBorrarY creo que la Hermana Josefina tiene un punto.
De hecho, la misma Iglesia define que es Doctrina, que es Tradición, que es opinión de un teólogo y que es la visión de Fe del carbonero. Hasta donde sé, para todos ha habido espacio, hasta ahora.
El gran problema (o desequilibrio) surge, cuando alguien se apodera de "la verdad" y la usa de garrote.
Muy bueno el post, muy buenos los comentarios.
ResponderBorrarLa distinción entre incondicionales y cuestionadores es buena. Me parece que todos tenemos nuestros riesgos y nuestra cruz. Los incondicionales: algunas veces asentimos a todo, sea opinable o no, por pereza o por miedo. Esto es malo. Los cuestionadores: algunas veces, en su crítica, olvidan el amor a la Iglesia, como si ésta fuera una simple asociación de creyentes, como si no la hubiera fundado Cristo, como si no la mantuviera el Espíritu Santo. Esto es todavía peor.
Lo siento, no entiendo muy bien la frase “El dilema entre el carisma y la jerarquía se juega en la vida diaria, en la misión, en el amor al prójimo”. Por lo que yo he visto, mucha gente católica que se llena la boca criticando la riqueza e insolidaridad de la jerarquía no hacen luego nada por los demás, y mucha gente vence su egoísmo y hace algo por los demás porque así lo dice la jerarquía.
Convertido, en esa frase sólo quise decir que las cosas que "la Iglesia no hace" hay que hacerlas, no tanto escribirlas.
ResponderBorrarGracias por sus comentarios que me sirvieron mucho.
Thank you for blogging :) Keep up the good work :) God Bless you :)
ResponderBorrarBuenas, Juan! Hace rato que no pasaba por aquí. Me gustó mucho el post. Una cosa nomás,y por favor no la tome a mal. Si bien es cierto que Rahner es un autor "cuestionador", no lo es menos su amor a la Iglesia y el hecho incuestionable de que siempre enseñó con "missio canonica", que nunca tuvo una sanción eclesiástica y que inclusive nuestro actual papa dijo en una entrevista (cita textual), que "Rahner no era ningún hereje", y que su lealtad a la Iglesia era incuestionable. Por favor, no lo tome como cuestionamiento a su post. Pero me pareció que una aclaración era importante en este campo. ¡Abrazoenorme!
ResponderBorrarEduardo, parece ser que no ha sido feliz juntar para el ejemplo a Rahner y a Boff...
ResponderBorrarSaludos.