En misa sin niños y se escuchan los ajenos. Y ahí uno se da cuenta de la capacidad que ganó, con los años de paternidad, para permanecer concentrado a pesar de los ruidos infantiles. No soy más aquel joven que al menor ruido se daba vuelta y por su interior refunfuñaba. Se los recomiendo, si les molestan los ruidos infantiles en misa, tengan hijos. No es que perderán el oído, ¡caramba! Su nueva lucha será el ruido interior.
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Hablando de distracciones en misa, hay una triste escena que es no ya el celular sonando, sino el celular sonando y el dueño saliendo afuera... ¡a atender! Es preocupante que ya no quede nada “ininterrumpible”. Por eso estoy diseñando unos casilleros, cofres o lockers, que se colocarán en la entrada de las iglesias (el croquis acompaña la entrada), en donde todos los que ingresen deberán dejar sus celulares. ¿No nos piden dejar los bolsos a la entrada de los supermercados y otros negocios? Pues bien...
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(La reflexión que sigue no sé si pasa el nihil obstat, pero queda entre nos).
Lo grande de la fe del ciego Bartimeo (Mc 10, 46-52, domingo pasado) se nos escapa por no ver con profundidad. Hoy reclamamos acciones espectaculares, o al menos grandes disertaciones. Pero recordemos que la sociedad marginaba a los enfermos por pecadores. Y que ya solamente querer volver, querer salir de ese estado, implica una gran fe. Veamos.
La sociedad hoy también margina, aunque de otra manera. Dice que no hay pecado y que está todo bien. Entonces perdemos la conciencia de nuestro estado de alejamiento de Dios. Y se necesita una gran fe para percibirnos necesitados, llamar insistentemente y pedir el perdón. Como el ciego a la salida de Jericó.
Es mucho más fácil la solución; en la Catedral de Santiago hay instalado un aparato y los teléfonos se quedan sin cobertura: ¡una maravilla!
ResponderBorrarPero lo realmente interesante es lo que dices sobre lo ininterrumpible y sobre el ruido interior.
Y este comentario es primero técnico, pero tremendamente sugerente. Y completa el tuyo.
Qué buen comentario el del enlace, me gustó mucho.
ResponderBorrarEn cuanto a los telefonos, sabés que ya había pensado lo de dejar sin señal, pero eso hace que el "fonoholic" salga afuera para atender. O sea, sirve para que no molesten a la grey con el "ring", pero no para que el propio involucrado olvide por un rato su teléfono.
Modestia aparte, mi idea creo que es más completa, o "integral", como dicen ahora.
Querido JI:
ResponderBorrarHabía oído 100 razones a favor de tener hijos, pero nunca la tuya. ¿Crees que me debería animar? A lo mejor es más cómodo cambiarse de iglesia, ¿no?
Gran idea la del armario, ojalá que si lo sigues desarrollando traigas aquí los proyectos. El dibujo es bueno, pero queda un poco laico. ¿Aceptás sugerencias? En vez de los números, podrías poner en cada casillero el nombre de un santo. "Espera que cojo el celular, lo dejé en Santa Rosa de Lima" "Ah, sí, yo lo tengo en San Juan Bosco"
Hablando en serio, el milagro del ciego es bueno, pero yo prefiero los de resurrecciones de muertos: preferiría que Jesús me dijera, nos dijera a todos, "levántate y anda, anda de una maldita vez, deja de estar ahí quieto, pasmado", en vez lo que le dijo al ciego. Y, en fin, no entro en lo del sentido de culpa a que te refieres: es una pena que se haya perdido en la sociedad, pero mucho más es que se haya perdido en la Iglesia, desde el Concilio. Esto da para todo un post, ¿no?
(Siento haber sido un poco vulgar en mi última contestación a tu penúltimo post; sorry)
Profundamente identificado con la parte 1 y la 3 de tu entrada. La propuesta 2, a pesar de su ingenio, da por sentado que la gente que asiste a Misa es,además de piadosa, cívica. Puede que sea cierta esa conexión, pero para mí casi es materia de fe.
ResponderBorrarFernando,
ResponderBorrarLa verdad es que no es una razón para tener hijos. La razón para tener hijos es molestar a los que antes te molestaron no callando a los suyos (otra broma, por supuesto).
Y sí, tiras un tema enorme así como así. ¡A ver cómo lo manejamos ahora!
Por último, me apena no saber de que te apenas, pero sin duda olvídalo.
Javier,
Ahora que lo mencionas, yo iba a poner: "Si cuando nos piden dejar el bolso en el supermercado lo dejamos, porque no dejarlo si nos lo pidieran en la Iglesia".
Pero luego pensé que no es verdad que cuando nos piden dejar el bolso lo dejamos así nomás. Si bien en muchos casos es por temor al robo, en muchos otros es por falta de civismo.
Me gusta la idea del casillero.
ResponderBorrarMejor que nombres de satos sería ponerle números...romanos.
Cuento una escena peor que la relatada: Antes del Ite missa est el cura echa un puro, con muy buenos modales eso si, a la feligresía porque durante la misa (de Domingo) han sonado nada menos que 6 móviles. Dice, con bastante lógica, que si el personal escucha uno lo lógico sería comprobar que el nuestro está apagado.
ResponderBorrarTotal, Ite missa est al canto, el sacerdote a punto de dejar el presbiterio y..... otro móvil al canto. Que triste.
Sigo anotando, Ecazes. Qué "buena" anécdota, Embajador en el infierno.
ResponderBorrarJuan Ignacio, me parece interesantísima la historia que nos has planteado... me gustó la asimilación que puede tener, sobre todo, en los más jóvenes.
ResponderBorrarSaludos.
Olvidaba aclarar que no me excluyas dentro del grupo de los más jóvenes.
ResponderBorrar¡Muy buenos los tres puntos!
ResponderBorrar¡Cada uno en lo suyo!
Yo añadiría que la sociedad continúa marginando descaradamente a los débiles y enfermos, y a los pobres en general. Todos los que no son bellos, atléticos, a la moda, sanos, fuertes, exitosos, que abrazan la ética 'light' y caben dentro del marco de la corrección política...
ResponderBorrarSi sólo hay que darse una vuelta por los cinturones de miseria que rodean nuestras ciudades latinoamericanas...