Me preguntaron que cómo estoy para el regreso. Y yo creo que bien. Vuelvo con ganas de hacer dos o tres cosas. Y de no hacer otras dos o tres. Pero vienen juntas, ya se sabe.
El trabajo tiene un diez por ciento de labor y un noventa de relaciones, despelotes, competencia, etc. El trabajo puro no existe. Atrás de cada ladrillo o de cada fórmula hay un laberinto de intereses y negocios. No necesariamente malos, eh. Tampoco es que me de cuenta ahora, a esta edad. No, ya lo sabía. Pero uno lo va “sabiendo” cada vez más, o mejor, o más en carne propia.
Es muy entretenido, incluso, cuando hay despelote, hacer un rato de Kung Fu Panda y pararse en el medio recibiendo y devolviendo balas de cañón encendidas. Está muy bien un rato. Pero después aburre. Hay gente que nació en ambientes más competitivos, más agresivos, o incluso con carencias o dificultades. Y está acostumbrada a luchar, casi como un modus vivendi. Y le va muy bien en donde está porque el mundo laboral es competetitivo. No siente que sacrifica más tranquilidad de la que quiere o puede, en pos de lo que busca.
Pero el mundo gira solo. Están quienes creen que lo hacen girar. No hay problema. Incluso es hermoso ver y participar de grandes empresas que se abren camino a través de todas las dificultades. Pero yo me quedo con algo mejor. Y no porque lo haya decidido yo. En el fondo no decidimos nada. Solo se trata de descubrir quiénes somos.
Un poema que traje hace más de cinco años es cada vez más mío. Quizás debería borrar todo lo que dice en mi curriculum vitae y dejar solo este poema (no conseguiría muchos trabajos, eso sí).
Del autor literario insignia de este blog, don Leopoldo Marechal, extraído de sus “Odas para el hombre y la mujer” del año 1929, vuelve este poema que lleva el número VII y se llama “De la soledad”:
___Desatado de guerras,
___oigo cantar mi viento.
Yo recogí mi corazón perdido
sobre la muchedumbre de las aguas.
Yo soy un desertor entre las huestes
___que asaltaron el día.
Bellos como las armas relucen mis amigos:
desde los pechos al talón se visten
con el metal de la violencia.
Ellos imponen su color al mundo,
le arrojan la pedrada del boyero
y atizan el ardor de sus caballos,
___para que no se duerma.
Como la espada cortan mis amigos:
___bajo su peso tiemblan
___las rodillas del día.
Mi corazón no tiene filos de segador:
yo no encendí banderas ni encabrité mi sombra.
No sé lanzarme, recogido y fuerte,
___como la piedra del boyero.
___¡Ay, negrean los días,
___y es tangible su miel!
Sobre su tiempo bailan mis amigos.
¡Quién supiera bailar sobre las uvas,
___ágil en la dureza,
___bello como las armas!
Algo hay en mí que pesa de maduro,
grita su madurez, pide su muerte:
se derrumba, total, como la sombra
___que nace del verdor.
Mi viento desaté sobre mi tierra,
___volvióse contra mí toda mi llama:
podado con mi hierro, nutrido de cenizas
creció mi corazón hasta su otoño.
___¡Ay, grosura de otoño
___quiere ser mi congoja,
y dispersión de mar enriquecido!
Si a mi madura soledad entraras,
amiga, por el puente de las voces,
y pudieras, amigo, sofrenar tu caballo
___debajo de mi sombra,
tal vez el manso día no cayese
___doblando la rodilla
ni el mundo reclamara la piedra del boyero.
(Desierto está el camino de las voces,
___sin freno los caballos.)
Una ciudad a mi costado nace:
su infancia es paralela de la mía y retoza
___más allá de mi muerte.
Herreros musicales inventan la ciudad,
afirman su riñón, calzan su pie:
¡baila desnuda al son de sus martillos
___la edad de los herreros!
Y el corazón de la ciudad se forja
con el puro metal de las mujeres,
y sobre los metales castigados
es bella y sin piedad esta mañana.
Pero los niños ríen de espaldas a la tierra
___o en la margen del gozo:
conspiran bajo el sol de los herreros
para que tenga un alma la ciudad.
Curioso el estilo, poco habitual en ti.
ResponderBorrarCurioso el uso argentino de despelote.
Sí, exacto lo de que hay gente que se maneja mejor en la lucha porque nació con carencias o dificultades. Exacto. No es mi caso.
No estoy de acuerdo con que no decidamos nada. Decidimos todo, de una generación a otra todo se hace nuevo, hombre a hombre, mujer a mujer.
Suerte con el retorno.
Eh, si, no es muy fino eso de despelote. Pero bueno.
ResponderBorrarCuando digo que "no decidimos nada" está más emparentado con la verdadera libertad que es elegir lo correcto, lo verdadero. Pero verdaderamente hay que decidir adherir a lo verdadero. Una vez que lo descubrimos. Por eso somos libres.
Difícil decisión ésa, JI, y más difícil aún ser fiel a ella.
ResponderBorrarTengo un problema con las alertas de actualizaciones de mis amigos, Juan Ignacio, y siento que me he perdido algo. Soy muy "pajarona" y no tengo idea si este post se debe a que has cambiado de trabajo.
ResponderBorrarMe gusta eso de la no violencia ni agresividad, pero en un medio asi hay que defenderse, con otras armas, quizás, pero no se puede ser un saco donde se golpee o se acepte las traiciones, inclusive, que se ven y sufren en el trabajo.
El poema es harto profundo, da para una meditación completa que se nota que no he hecho..... mhhhh se nota que no estoy a la altura de esta entrada; estoy hablando "leseras". Igual, un abrazo
No, no me cambié.
ResponderBorrarPerdón pero a veces hago algunas divagaciones algo crípticas.
Y yo unos comentarios algo estúpidos ;)
ResponderBorrar¡Eh, no!
ResponderBorrarGracias por el interés.