Repaso la objeción de Meinvielle a Teilhard de Chardin (gracias al Ing. Arnaudo):
Hay al menos una operación que el lenguaje de Teilhard no podía expresar: la creación inmediata del espíritu... la suscitación de una forma determinada de ser, la forma "inmaterial " por el llamado directo del Creador; porque si la conciencia está ya unívocamente presente en los organismos infrahumanos, de donde busca liberarse por presión y por ruptura, se hace difícil mantener que esos organismos no desempeñan ningún papel en la producción de la realidad espiritual en tanto tal.
Entiendo lo de que Teilhard quizás no tenía el lenguaje adecuado, pero encuentro esta nota en “El Fenómeno Humano”:
¿Necesito repetir, una vez más, que me limito aquí al Fenómeno, es decir, a las relaciones experimentales entre Consciencia y Complejidad, sin prejuzgar en nada la acción de Causas más profundas que dirigen todo el juego? En virtud de las limitaciones impuestas a nuestro conocimiento sensible por el juego de las series temporo-espaciales, parece que sólo bajo las apariencias de un punto crítico nos es posible aprehender experimentalmente el paso hominizante (espiritualizante) de la Reflexión. Pero una vez sentado esto, nada impide al pensador espiritualista -por razones de orden superior y en un tiempo ulterior de su dialéctica- colocar, bajo el velo fenomenológico de una transformación revolucionaria, la operación “creadora” y aquella “intervención especial” que quiera (cf. “Advertencia”). Que existan para nuestro espíritu planos diferentes y sucesivos de conocimientos, ¿no es este precisamente un principio universalmente aceptado por el pensamiento cristano en su interpretación teológica de la Realidad?
El mismo Teilhard habla de un “interior” en todas las criaturas, incluso en la creación inanimada, al que quizás confusamente se da en llamar consciencia. Este mundo interior va creciendo a medida que aparece la vida y luego en las especies más avanzadas. Es como una evolución. Pero Teilhard es muy claro al decir que en el caso del hombre, ese “interior” ha evolucionado al punto de haberse producido una ruptura y un salto cualitativo. Es decir que es otra cosa. Este “interior” no es solo un estadio más de evolución similar a la anterior. Es algo distinto.
¿Puede eso conciliarse con la objeción de Meinvielle? La única forma sería pensar algo medio extraño. Pensar que en lo interior, como en lo exterior, en lo espiritual como en lo biológico, puede haber habido un barro sobre el que el Creador sopló. Sería como decir que el alma humana, el alma racional, reflexiva, pudiera nacer de una “materia espiritual” anterior. ¿Sin sentido? Si Dios tomó una biología “animal” para insuflar el alma, ¿no podría haber tomado un alma para hacerla humana? Suena mal, ¿no? Por lo menos muy extraño.
Interesante.
ResponderBorrarMeinvielle es un pavote, y las objeciones que provienen de lectura tan sectarias y malevolentes son irrelevantes - para mí. El que no es ningún pavote, y le ha dedicado muchas páginas a Teilhard (apreciativas pero no acríticas) es de Lubac, y me animo (habiendo leído poco de este y casi nada de aquel) a recomendartelo. Por ejemplo.
ResponderBorrarAnotado.
ResponderBorrarY muy interesante título el del enlace.
A lo que se suma que siempre quise leer a Henri de Lubac.
Y solo se le opone el precio (pero se debe conseguir más barato en otro lado; basta ir a esos lugares en los que no saben lo que tienen entre manos).
Ah, qué vivo, si estuviera barato ya lo habría comprado yo :-)
ResponderBorrarDe de Lubac me ha gustado mucho la "Meditación sobre la Iglesia"