Cuando se trata de entender o decir las cosas profundas, la poesía es lo mejor.
¿Cómo demostrarles esto? No puedo hacerlo por el método científico. ¡Faltaba más! Sería como que la biología encuentre el alma en algún lugar del cuerpo.
Tendré que usar los testimonios de las grandes personalidades. Como no soy tipo de grandes recursos en esta materia, me puse muy contento al hallar dos que son verdaderamente geniales.
Gilbert K. Chesterton en “Ortodoxia”:
La poesía es cuerda, porque flota sin esfuerzo en un mar infinito; la razón pretende cruzar el mar infinito y hacerlo así finito. (…) El poeta sólo pretende entrar su cabeza en el cielo. El lógico es el que pretende hacer entrar el cielo en su cabeza. Y es su cabeza la que revienta.
Miguel de Unamuno en “Del sentimiento trágico de la vida (en los hombres y en los pueblos)”:
Cúmplenos decir, ante todo, que la filosofía se acuesta más a la poesía que no a la ciencia. Cuantos sistemas filosóficos se han fraguado como suprema concinación de los resultados finales de las ciencias particulares, en un período cualquiera, han tenido mucha menos consistencia y menos vida que aquellos otros que representaban el anhelo integral del espíritu de su autor.
Y es que las ciencias, importándonos tanto y siendo indispensables para nuestra vida y nuestro pensamiento, nos son, en cierto sentido, más extrañas que la filosofía. Cumplen un fin más objetivo, es decir, más fuera de nosotros. Son, en el fondo, cosa de economía. Un nuevo descubrimiento científico, de los que llamamos teóricos, es como un descubrimiento mecánico, el de la máquina de vapor, el teléfono, el fonógrafo, el aeroplano, una cosa que sirve para algo. Así, el teléfono puede servirnos para comunicarnos a distancia con la mujer amada. Pero ésta, ¿para qué nos sirve? Toma uno el tranvía eléctrico para ir a oír una opera, y se pregunta: «¿Cuál es en este caso más útil, el tranvía o la ópera?»