Antes de irme estaba probando Borges y estudiando una vieja guía Filcar de los años sesenta. Pero dejé todo y me fui. Y en una librería de usados de una ciudad costera no pude resistir comprar un 3x2 de archiclásicos. Fueron “Oliver Twist”, uno de Stevenson llamado “Cuentos de los mares del sur” y las “Cinco semanas en globo” de Jules Verne. Para guardar, me dije. Sin embargo, casi sin quererlo, como suceden muchas de las mejores cosas, empecé el “Cinco semanas…”. Y casi sin detenerme, lo terminé, ya en las sierras tandilenses.
Un señalador donde dibujo la explicación del sistema de navegación, para entenderlo, quedará como parte del libro. Y extrañé mucho disponer de un buen mapa de África (quiso la suerte que en una librería expongan uno enorme en vidriera y, pasando dos veces, hice una ayuda memoria importante).
Qué placer que Verne pueda haberse permitido hacer algo que ha de ser poco literario, como nombrar al hilo, con excusa de un brindis, a 128 exploradores de África reales. Y qué placer que pueda hacer algo también poco literario como describir los mecanismos físicoquímicos con los que el sr. Fergusson hacía viajar a su globo.
La historia es por lo demás muy sencilla, aunque va cargada de algunas “enseñanzas”, si así se pueden llamar, la mayoría razonablemente integradas a la obra como para no molestar otra vez al arte literario. Para querer a este libro se necesita solamente cierto grado de “nerdness” geográfica y no mucha del tipo científico.
Acompaña a este texto una foto de la edición conseguida y el pequeño señalador-apunte ya mencionado. Y quizás, solo quizás, deje en próximas entradas algunas citas curiosas.