Se ve que La Divina Comedia es una obra grande y completa. Por momentos siento que le pasé por encima como un vuelo nocturno, viendo allá lejos abajo pequeñas luces. Pero me siento satisfecho. Pude disfrutarla.
Dice Stefan Zweig (*): "Las generaciones se alzan y caen a su alrededor, mas él permanece inmutable, como una roca, y hunde si mirada su mirada en la inmensidad. Los Estados y naciones se precipitan a sus pies, reducidos a pequeños escombros, pero no se conmueve ni una sola piedra del edificio marmóreo de su poesia. El arte no posee nada mas inconmovible que los catorce mil versos de esta obra. Los monumentos que en aquella misma hora y en aquella a tierra se elevan piedra a piedra, como en el suyo verso a verso, antes se vendran a tierra todos ellos, el blanco Duomo de Florencia y el Palazzo Vecchio, antes se desvanecerán los cuadros del Giotto y Cimabué (sic), antes, digo, que se derrumbe esta catedral y se extinga esta música. Cuanto más penetra su obra en el horizonte de los tiempos, más natural, indestructible, más pétrea se acusa en el cielo eterno y sobre la tierra perecedera. Dante, el poeta, parece crecer en medio de las generaciones que cada vez conciben unos planes más mezquinos".
(*) Texto de 1921 puesto a modo de prólogo en la edición de La Divina Comedia de Editorial Juventud / Ediciones Continente, 2015. Esta edición tiene además muy buenas notas. Pero está en prosa.