Quien diría que, tanto tiempo después, aparecería una décima entrega de la serie
Alter mundi. Esto empezó cuando nos embarcamos con F. en el Duncan, navío de bandera inglesa, y descubrimos un mensaje del Capitán Grant en una botella. Julio Verne nos puso entonces en un
voyage autour du monde siguiendo la pista del famoso capitán a lo largo del paralelo 37 de latitud sur.
Yo tengo bastante visto el globo terráqueo y suelo interesarme por los puntos muy australes, muy septentrionales o las islas muy remotas. Por eso cuando habíamos recorrido Sudamérica, Australia, Nueva Zelanda y mencionado islas intermedias, pensé que ya no quedaba tierra por visitar en esa latitud. Sin embargo entonces, justo al final del viaje, el capitán John Mangles nos llevaba a una isla desierta llamada María Teresa o Tabor, en las coordenadas 37º11’S, 153º00’O.
¿Dónde estaba esa isla? Nunca en mi vida la había visto. Pero Verne no iba a inventar un lugar de ficción después de todo ese recorrido geográfico tan preciso. Y no lo hizo. Lo que pasaba es que la Isla Tabor (o María Teresa) es lo que se llama una… ¡isla fantasma!
Se llama isla fantasma a aquella “que aparece en la cartografía histórica por un período más o menos largo hasta que finalmente se asume o confirma su inexistencia” (Wikipedia). La Isla Tabor “fue señalada inicialmente el 16 de noviembre de 1843 por el capitán naval estadounidense Asaph P. Taber, apodado ‘Tabor’, quien dirigía el barco ballenero María Theresa”, en las coordenadas 37º00’S, 151º13’O (Wikipedia).
El dato parece que tarde o temprano fue discutido, porque según dice también Wikipedia: “Si se observa la bitácora de Taber, se nota que alterna las palabras breacker (rompiente costera) y breacher (el “surtidor” de una ballena), lo cual hace dudar aún más de las noticias iniciales del descubrimiento”.
Julio Verne nunca pudo saber, cuando escribió "Los Hijos del Capitán Grant", que en 1957 se hizo una búsqueda sin éxito por la zona. Ni que en 1983 se “recalcularon las coordenadas” (sic, Wikipedia), apareciendo que la ubicación real sería 36º50’S 136º39’O, pero la búsqueda, que para ese entonces ya contaba con fotografía satelital, también fue infructuosa.
Queda así eximido don Julio de error en este aspecto. Y quedamos nosotros con una historia fantástica que, al parecer, podríamos seguir disfrutando en el libro que sería una especie de continuación: “La Isla Misteriosa”.