sábado, 31 de diciembre de 2005

Fin de año

No sé bien qué se festeja. Será un año más, o un año menos. Serán las esperanzas para el futuro, serán los logros del pasado. Como sea, yo puedo darle un significado particular, desde una visión cristiana. Si la vida es un viaje, es importante marcar etapas, para ver como vamos, para ver hacia dónde vamos. Los años pueden ser esas etapas. Después de todo, una vuelta al sol es algo. Es un momento llamativo para destacar. Y sin meternos en astronomías, la misma naturaleza habla. Cuatro estaciones. Cuatro estaciones y vuelve a empezar. Es un buen lugar para marcar una etapa; el paso de las cuatro estaciones.
La fiesta es una excusa (casi inconsciente) para juntarnos, para decirnos sin decirlo: “acá estamos, todos juntos, viviendo en esta vida. Acá está él, que recién empieza, allá ella, que ya está llegando al final”. Si hiciéramos más silencio, en estas fiestas podríamos también llorar. Llorar y reír. Llorar al ver que pasamos. Reír al saber hacia dónde vamos.
Feliz año para todos. Buen año para todos. Con lo que venga. Que Dios los bendiga.

viernes, 30 de diciembre de 2005

Repasando y mirando hacia adelante

El año se me pasó rápido. Hay varias cosas que hacen que sea así. Primero, esas ansias por hacer grandes cosas: grandes obras de caridad, grandes actos de fe. Como eso, aparentemente, no sucedió, siento que se me fue el año.

Mucho influye la edad. Este año cambié de década y eso hace que uno ya mire de otra forma hacia atrás, como quien le queda menos por delante (aunque mis mayores se rían de mí, al verme tan joven). Ya se empieza a ver que “el tiempo pasa” (y mis padres son grandes, y están mayores).

Escribía pensamientos y cuando me encomendé a Dios, las palabras cobraron otro significado. No pudieron reflejar lo que vi, lo que entendí un poco más aunque siempre entre sombras. Quedaron algo desprolijas, algo así:

(…) Señor Dios, en vos confío. Muéstrame el camino.

Se me representa un camino "simple". Hecho del amor duro y de firme arraigo del cada día, del cada hora, del cada instante. Un camino que las "ansias de grandeza" no quieren aceptar así nomás, pero que se puede ver de a poco cuán magnífico es.

Temor de quedarse... Pero Dios me lo dirá. Dios me dirá si me estoy quedando. [Esto quiere decir: Dios me dirá si no me estoy engañando y renunciando a intentar aquellas grandes cosas]

Esto es distinto de los mundanos “darse cuenta de que no se puede cambiar al mundo”. El trabajo que acepto es cruz (y no es yugo). Es un día a día exigente, pero que si se cumple va permitiendo que la felicidad se asiente como en capas, lentamente forme un suelo firme en el que podemos asentarnos felices… (Ya me pisé, repetí. ¡Qué toscas son la palabras! Bien me lo decía Wojtyla estos días).

jueves, 29 de diciembre de 2005

Memotécnica


Está ese código postal que nunca te acordás. Quién sabe porqué. Bien, es cuestión de cambiarlo de escala. Pensalo como un año, un año histórico del milenio pasado, del cuál tenés estudios o recuerdos. Recordarás el año porque tiene una significación para vos o para la historia que conocés. O por otra razón. Y si no funciona, probá en la escala de "numeración o altura de calles". O mirá el número como la conjunción de horas y minutos. A la inversa también, si no podés recordar un año, quizás sí lo recordés viéndolo como código postal. Y hay otras escalas. Para números de tres cifras podés pensar en numeración de calles, números de colectivo, características telefónicas...

miércoles, 28 de diciembre de 2005

Dios es amor

Leer lento es leer lento. Si el Papa mete en un poema a Jacob, yo dejo el libro y me voy a la Biblia a leer acerca de Jacob, del que tan poco sé.

Y así encontré varias cosas. Pude entender el suceso al que el Papa se refiere en el poema (ver entrada anterior) y, entusiasmado, salté al capítulo 33 del Génesis, en donde descubrí otra cosa muy interesante.

No sé quién me enseño que la Iglesia debe "ser Jesús para los hombres". Y que los hombres verán a Jesús, y por eso a Dios, cuando sientan el amor de alguien. Sólo al ser amado alguien puede entender a Dios, verlo, creer en Él.

Pensé que era una imagen, una idea neotestamentaria, evangélica. Y lo es si hablamos de la Iglesia. Pero la idea de ver a Dios en el rostro del que nos trata bien, del que nos ama, es más antigua. Y si no vean el versículo 10 del capítulo 33 del Génesis:
No, por favor insistió Jacob; si me he ganado tu confianza, acepta este presente que te ofrezco. Ya que me has recibido tan bien, ¡ver tu rostro es como ver a Dios mismo!
¿Nada nuevo? Bueno, para mí sí.

martes, 27 de diciembre de 2005

El pensamiento es un espacio extraño

Karol Wojtyla habla del pensamiento. Cómo se le revela la verdad al pensamiento, la dificultad de encontrar palabras, la dificultad de actuar en consecuencia, la falta de “visión” del hombre en medio de las cosas en las que actúa todos los días, la necesidad de silencio y soledad.

El poema se llama: “El pensamiento es un espacio extraño” y su parte final es como una dedicatoria, llamada “IV - A los compañeros de camino”.

1.
Para encontrar el lugar en que luchaba Jacob,[*]
no vayas a Arabia, no busques el torrente,
cerca de ti puedes descubrir el rastro.
Abandónate: que el espacio del pensamiento
se ilumine ante la claridad de las cosas
que él une cada vez mejor
en formas cada vez más simples.
La imagen entonces no se disipará... tendrá peso.

2.
Prepárate para esta carga,
a volverte tú mismo todo su peso.
A ello te ayudarán silencio y soledad.
Soledad sólo posible al hombre
ya que ni la muerte puede arrancar a nadie de ella,
pues nada es de ahí arrancado por la muerte.

3.
Si entonces nuestros días se llenan de actos simples,
si su gesto ineluctable esconde el fondo del acto en sí,
sabemos sin embargo que un día, ese gesto se escapará,
y sólo el ser quedará de nuestros actos.

Que es un hermosa forma de hablar de algo tan profundo como difícil de poner en palabras.

* si no me equivoco esto tiene que ver con lo que se relata en el Capítulo 32 del Génesis, versículos 22 a 32.

lunes, 26 de diciembre de 2005

San Esteban hoy

Introducción con Juan Pablo II (26.12.79):
Hoy, en el segundo día de la octava, en la alegría de Navidad, se inserta el testimonio del Protomártir San Esteban.
Y por esto nuestro recuerdo y nuestro corazón se dirigen hoy a todos los que hacen actual con el sufrimiento, con la lapidación, con la persecución, el testimonio dado por Cristo. Recuerden siempre que están en el corazón mismo del misterio de Navidad, como San Esteban Protomártir, a quien la Iglesia venera durante la octava de Navidad, a través de los siglos. Recuerden, pues, todos los que sufren o padecen persecución, que se encuentran en el corazón de la Iglesia, y las palabras que hoy pronuncio son testimonio de ello.
Reflexión con Luigi Giussani (26.12.44):
Que Jesús Niño, por intercesión de la Virgen, nos dé, como a su primer mártir, fuerza sobrehumana para seguirlo por el camino de la Cruz, que es la ley de toda vida, que es la ley de todo amor verdadero, que es - más aún en estos tiempos - la ley de la verdadera amistad con Cristo. Él dará fuerza a sus pobres hermanos los hombres, cuyos días desgraciados hacen tocar con la mano que no estamos hechos de barro.
A nosotros, que debemos sufrir y no queremos; que lloramos y vertemos nuestras lágrimas con amargura impotente; que somos despojados y martirizados, y nos rebelamos con instinto de fieras heridas contra los rudos desgarros; nosotros que debemos morir y huimos de la muerte con espanto y horror. Que nos conceda sufrir en paz, llorar en paz, sentirnos martirizados en paz, morir en paz.
En su visión del Apocalipsis san Juan vio delante del trono de Cristo, el Cordero, una inmensa multitud de personas vestidas de blanco, con una palma entre las manos. Preguntó quiénes eran: «Estos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero [en la cruz y en el dolor]. Por eso están ante el trono de Dios dándole culto día y noche en su templo. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol, ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos» (cf. Ap 7,14-17). Et absperget Deus omnem lacrimam ex oculis eorum. ¡Qué misterio tan maravilloso! Hermanos, en nuestro dolor, recordemos la visión de san Juan, y confortémonos con el dulcísimo pensamiento de que «Dios enjugará todas las lágrimas de nuestros ojos».

domingo, 25 de diciembre de 2005

¡Feliz Navidad!

Il est né le divin enfant
Jouez hautbois, résonnez musettes
Il est né le divin enfant
Chantons tous son avènement
La verdad es que este villancico lo cantan mejor "Las Bene" en castellano, pero les dejo el link a la versión francesa, que es la original, si no me equivoco. (Explicaciones: las del año pasado).
Hoy nació Nuestro Salvador
Suenen las palmas y los panderos
Hoy nació Nuestro Salvador
Rebocemos de gozo en Dios

sábado, 24 de diciembre de 2005

Se acerca la Nochebuena

Y les dejo un saludo y un hermoso verso, parte de una cantata de Alessandro Scarlatti:
Dal bel seno d’una stella
Spunta a noi l’eterno sole

(A. Scarlatti, "O di Betlemme Altera")

viernes, 23 de diciembre de 2005

Diálogos con música popular

- Yo soy un loco
Que se dio cuenta
Que el tiempo es muy poco (1)

- Y mañana qué te dirán
De tu enfermedad
Quién sabe que te resistes
A la vulgaridad (2)

Se puede leer en clave mundana, y ver al autor de la primera “fumándose un porrito” en un parque. Y hasta le podría calzar bien la respuesta del segundo. Se podría leer en otra clave, la clave de los santos que fueron locos en este mundo. Y también la respuesta les sentaría bien.

(1) “Loco”, de Andrés Calamaro (1997).
(2)
“El loco y las golondrinas”, de León Gieco (1976).

jueves, 22 de diciembre de 2005

No él

Los sonoros aplausos divirtieron al mismo Papa. La mayoría de los presentes no sabía, sin embargo, que en realidad no se trataba de un gorro navideño, sino de un «camauro», una prenda de terciopelo rojo púrpura, ribeteado de armiño, que antes utilizaban los papas para defenderse del frío. (Zenit 21.12.05)

¿Uds. hubieran dudado si acaso era o no el gorro de Papa Noel el que llevaba Benedicto XVI? Creo que yo no. Un destello, un nanosegundo de duda, puede ser. Pero en seguida la pregunta: "¿qué es ese gorro que lleva el Papa?" Como quien espera una respuesta reveladora, confiado.

(Claro, yo soy así. Salvando las distancias, aunque me interesa hacer el paralelismo, lo mismo me pasa con las enseñanzas de la Iglesia. Estoy seguro que son buenas. Y entonces cuando no las entiendo de buenas a primeras, las investigo y las pienso, confiado de partir de buena base. Y siempre tengo éxito, lo cual alimenta mi fe en que son buenas enseñanzas).

Pero volviendo al gorro llamado “camauro”, y en lenguaje adolescente: no, sería imposible, se me caería un ídolo, pero en picada, si ese gorro llegaba a ser un gorro de Papa Noel.

Y a los que se han burlado de mi posible y pequeñísima duda, les contaré mi experiencia. Resulta que hace no mucho, Juan Pablo II puso un árbol de Navidad en la Plaza San Pedro. Sí señor (ver en Zenit 19.12.04). Y le dio (o rescató) un simbolismo especial. Para mí, el arbol era un símbolo comercial y pagano (por más que había oído algo acerca de su origen). Nunca había pensado que el Papa lo pondría. Y sin embargo… (Sí, ya sé, no es lo mismo colocar un objeto simbólico que usarlo).
¡Ah! Olvidaba el prodigioso titular de La Nación, que busca la confusión… ¡eh, perdón! Busca llamar la atención.
Benedicto XVI, como Papá Noel.
Y arriba, más chico:
Llamó a recuperar las tradiciones navideñas.

miércoles, 21 de diciembre de 2005

Desde la azotea

¡Oh, lectores empedernidos! ¿Qué hacéis todavía aquí? ¡Vamos, idos por el link de la derecha, por el “next blog” o por donde sea! ¡Tomad un buen libro! ¡Eso! Y aprovechad mejor vuestro tiempo, que sólo lo hay (y apenas si alcanza) para las obras maestras.
Bueno, si aún siguen ahí, les contaré algo que descubrí acerca de las azoteas. No hay como subir a una azotea. Es un pequeño retiro al cual podemos asistir. Desde ahí se ve todo, o mucho, y desde afuera. Se “ve el ruido” sin ser parte de él. Se observa el movimiento casi inconsciente del resto de la gente que sigue abajo, siendo nosotros concientes de lo que vemos (y de lo inconscientes que somos cuando estamos abajo) y pensando entonces: “¿Por qué (para qué) nos movemos?”

Nunca como aquel piso veinticuatro. Vacío. En alquiler. Pero de libre acceso. Ventanas de esquina a esquina. Como una terraza techada. Toda la ciudad debajo, los autos como de colección, las personas como pleimobils.
Hoy estuve en una terraza más modesta, pero al aire libre, una auténtica terraza a unos ocho o diez metros sobre el nivel del concreto. Lo suficiente para pensar. De sobra para darme ganas de escribir algo.

Claro que la experiencia de hoy no era plena; había que disimular un poco con el grupo de visitantes. "¿Vió ese desagüe, arquitecto? Qué cosa, ¿no?" Luego uno podía, con alguna excusa, ir a "observar algo más allá".

martes, 20 de diciembre de 2005

"Bear with me"

Cuando pienso qué rápido que pasó el año, pienso en la muerte y en lo efímero de tantas cosas en las que nos afanamos.

Hace poco se incorporó a la videoteca “El Libro de la Selva”, éxito ya en Sunchales. Y si hay una parte que a mí me gusta es la de la canción “The bare necessities”, algo como: "las necesidades básicas", entonada por un oso (bear) llamado Baloo. Juego de palabras.
Baloo es el que juega el papel del vagoneta, sin muchas aspiraciones, dedicado a la juerga. Le encanta la música, el ritmo, bailar. Y se alimenta de lo que la naturaleza da. Lo necesario, nada más. Confía en que le llegará lo que necesita y no cree que sea bueno afanarse en el trabajo.

Mis antepasados “inmigrantes”, con su gran dedicación al trabajo, nunca lo podrían entender. Pero tengo otros antepasados y quizás algo de “gaucho” hay en mí. Algo de ese gaucho que sabe pararse y contemplar. Y no perderse en el trabajo excesivo para obtener cosas superfluas o un excesivo “bienestar”.

Y algo del cristiano que confía en la Providencia. Que trabaja, pero antes que nada busca el Reino de Dios y sabe que lo demás, añadido será.

Ya alguien, con buen tino, se debe haber horrorizado ante este cambalache de turbio color que hice. Y lo entiendo. Pero es difícil de explicar. Ténganme paciencia, y el tiempo devolverá el tema en otra entrada. Y si no…

lunes, 19 de diciembre de 2005

María y Zacarías

Justo que me decía: “eh, pero María
preguntó igual que Zacarías.
¿Cómo es que él recibió una cosa
y ella, en cambio, la dichosa
oportunidad de decir el
fiat?”

Justo en ese momento, "Evangelio del día" ponía lo que dice San Agustín al respecto:

Las palabras que María y Zacarías dirigen al ángel son, no obstante, muy parecidas. Cuando el ángel le anuncia el nacimiento de Juan, el sacerdote responde: “¿Cómo sabré que sucederá así? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en años.” (Lc 1,18) Al anuncio del ángel, María responde: “¿Cómo será esto, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?” (Lc 1,34) Sí, son casi las mismas palabras... Sin embargo, el primero es corregido, a la segunda se le explica. A Zacarías se le dice: “Porque no has creído en mis palabras...”, a María: “he aquí la respuesta que tú pides.” Aún así, son casi las mismas palabras de una parte y de la otra... Pero el que escuchaba las palabras veía también los corazones. Nada le queda escondido. El lenguaje de cada uno velaba lo que pensaba, pero si este pensamiento estaba escondido para los hombres, no lo era para el ángel, o más bien, no lo era para quien hablaba a través de la mediación del ángel. (Sermón 293, 1-2)

Vamos, yo sé lo que Uds., razonadores profesionales del mundo contemporáneo, están pensando. Que lo de San Agustín es una “linda teoría”.

Si se me ponen así, les diré lo que dijo el cura el domingo (no que me parezca ejemplar, sino casi diría que todo lo contrario, pero no soy yo el que debe decirlo).

El cura del domingo, que hablaba de María y su “hágase en mí según tu Palabra”, se demoraba en teologías. Decía algo como: “no sabemos si María dijo eso, o si recordó decir eso, o si dijo Lucas que dijo eso…” Yo creí que entendía hacia dónde iba. Pero la verdad es que terminó mal. “No importa las palabras que usó”, dijo, “lo importante es que se cumplió”. Yo más bien diría: “lo importante es que aceptó”. Si no nos olvidamos de la parte de María, si no la aceptación de María es un detalle literario y olvidable. Y no es así, según me enseñaron.

Pero si lo traje al cura fue para responder al que criticaba el argumento de San Agustín. Y digo:

Si las palabras de María
(y por lo tanto también las de Zacarías)
no eran sino que “serían”,

pero son tan importantes;
ved igual en esta interesante
y agustiniana variante.


O sea. No sé si es como Agustín dice. (Atenti, que quizás haya muchísimas razones teológicas que funden la afirmación de San Agustín, pero pónganse en la situación de un ignorante como yo). Pero no puedo negar que su idea es razonable.
Y es que antes, según creo, tomaban las verdades reveladas y las razonaban. Y encontraban cosas posibles, razonables, que las explicaran. No así ahora, que queremos que nuestra razón descubra su propio punto de partida. Y que si no sabemos las palabras textuales que uso María tenemos esa imperiosa necesidad de explicar que “no importa”, que “no nos preocupemos”, que “igual es valida la Palabra”.

domingo, 18 de diciembre de 2005

Adviento (cuarta semana)

Canciones que se escuchan en misa, letras y ritmos de dudosa validez litúrgica. Entre ellos me encontré esta "bienaventuranza" de Adviento, que me gustó. Yo la escribo así:

Felices los que anuncian con su vida
la venida
del Reino del Señor

(Hoy recordamos el fiat de la Virgen María y nos metemos en la última semana de preparación para la Navidad).

sábado, 17 de diciembre de 2005

Domingo y fiesta

Hoy sábado fui a trabajar. Para anticipar dos francos que tendremos. Es "negocio". Salvo que el mejor negocio sería al revés: franco antes (como corre para la administración pública). Porque es Adviento. Porque es preparación también mundana. Y uno necesita tiempo.

De todos modos no seamos desagradecidos. Serán dos francos clave: a continuación de las fiestas. Y eso sirve para amortiguar el golpe, para desentristecer los domingos (este año Navidad y Año Nuevo caen en domingo).

Domingos con doble “carga emocional”. Una, la de ser domingo en sí, de la que ya hablamos. Otra, la de ser día de fiesta y, por lo tanto, ya haber pasado la víspera y su júbilo.

Para aclarar esto último, rescatemos las palabras de Pablo Inaudi a Lisandro Farías en “El banquete de Severo Arcángelo” de Marechal:
-Y no es todo -insistió Inaudi-. Hay en usted un "júbilo de víspera" que se manifestó desde su infancia.
-No entiendo -le dije.
-Desde su infancia, ¿no ha gozado usted más la víspera de una fiesta que la fiesta en su realización?
-¿Cómo lo sabe? -le respondí en mi asombro.
-La fiesta en sí lo entristecía como una decepción irremediable.
-¿Y qué significado tiene?
-Que usted, por intuición, ha venido soñando con una “fiesta inmensa”
(...) Adviento me huele, me sabe, a castañas, a humo de leña, a nieve, hormigas en el estómago, alegría, sorpresa, pereza de un año que se acaba. Lo mejor de las fiestas son las vísperas. Ven niño Jesús, ven.

viernes, 16 de diciembre de 2005

De cómo escribía Karol Wojtyla

Del comentario a un libro similar al que yo tengo:
Aunque la estructura de sus poemas es compleja, el tono de Juan Pablo II es premeditadamente objetivo. El resultado de ello es un lenguaje claro, cristalino: (“Qué admirable es tu silencio / en todo desde que se manifiesta / el mundo creado... / que junto con la bahía del bosque / por cada cuesta va bajando...”). En el estilo poético de Karol Wojtyla, en el que confluyen las voces eslava y romana, se sienten los ecos del teatro rapsódico, y el puro lirismo está salpicado de recursos tanto dramáticos como narrativos. (Los nombres a quienes se confió el cuidado de la herencia de las llaves / se encuentran aquí, se dejan envolver por la visión que dejó Miguel Ángel. / Así fue en agosto y, luego, en octubre del memorable año de los dos conclaves, / y así será de nuevo, cuando se presente la necesidad, / después de mi muerte.”).
Aunque no sé si esto me ayuda o me la complica...

jueves, 15 de diciembre de 2005

Hagamos como los dioses

Haciendo un poco de charla mundana con alguien a quien le gusta pensar un poco (lo cual en ese entorno es bastante decir), veo que la gran diferencia en el diálogo es la siguiente. Es como si yo me quisiera ir a algo muy teórico (no llego) y él está en algo muy práctico.

La miseria y los defectos humanos siempre estuvieron, desde que el mundo es mundo. Y él no cree que haya que luchar contra eso. Sino que hay que "aceptarlo". Claro, yo también lo "acepto" (admito que existe). Su aceptación, en cambio, es más resignación. De ahí que sus métodos prácticos estén más relacionados con mecanismos para que el acto desordenado moleste lo menos posible. Conocemos varios de esos métodos. Son del tipo de: aborto legal para que no siendo ilegal no sean tan "desastroso" (y hasta la idea es discutible); libre venta de drogas o libre prostitución, para que así disminuyan (todo muy discutible, pero todo muy visto desde el lado de la efectividad, medido en estadísticas; y suponiendo que fueran verídicas).

Es común que esta gente critique a los que se encargan de destacar cuestiones morales. Como la Iglesia o simplemente a la gente religiosa. Pide a ellos que si critican, den mejores soluciones (este pensar es muy común entre algunos cristianos también, por supuesto, así leído es un principio válido en muchos casos).

Llegado un punto de la conversación, yo debería haber dado el salto, decir un poco lo que acabo de decir, decirle que estaba yo pensando en otro plano que el de él. Sino la discusión no iba a tener salida. Como de hecho sucedió. La verdad es que no había tiempo suficiente. Haber llegado a lo que llegamos, en este ambiente y en medio de gente que sólo habla de cosas que “no molestan al espíritu”, es para darse por satisfecho.

Hay que notar que los pastores (como los de nuestra Iglesia) son gente que se preocupa por trabajar y enseñar en cuestiones morales (no en nombre propio, por supuesto). Es importantísimo no descuidar esas cuestiones. Tenerlas bien afirmadas antes de actuar. Los pastores son los que nos recuerdan esas cosas. No es competencia de ellos, sino más de los laicos, generar soluciones prácticas acordes a una buena moral.

A mi interlocutor que propone soluciones prácticas, debería algún día proponerle el salto. Proponerle hablar de las leyes adecuadas al bien o leyes para respaldar libertinajes.

Claro, es un tema complicado. ¿Hasta qué punto la gente puede aceptar leyes que se ajusten al bien? Las ve muy moralistas a veces. Y cierto que hay mucha diferencia entre drogadicción y fumarse unos cigarrillos por día. Puede aceptar que el bien sea no drogarse, no prostituirse ni usar el cuerpo ajeno como objeto, etcétera. Pero ve tan fuerte esa “realidad de existencia” de esos males, que no le parece “apropiado” querer luchar contra eso. Quizás porque no cree que sea bueno meterse con la vida del otro. Quizás porque le parezca inútil. Hay varias razones.

Hay que zanjar esa diferencia de pensamiento que nos separa. Ponerla sobre el tapete a menos. Aunque parezca en vano por ser muy teórica. ¡Es el fundamento de todo! ¡Vean qué importante es esa teoría (a la cual ellos nombran con un dejo despectivo a veces: “teorías”, “filosofías”).

Primum uiuere, deiende philosophari”, le decía el discípulo Tseyü a su maestro Chuang (Primer apólogo chino). Hasta que comprendió, a fuerza de experiencia y “patadas en el traste”, que en verdad es más sano “primum philosophari”. Aunque este mundo “practificante de todo” diga lo contrario. Porque es cierto que si no como, no vivo ni pienso. Pero es cierto que si no pienso, actúo en vano. (Para comer tengo un instinto, para actuar bien no, necesito pensar... y algo más).

Me entero que hoy muere Julián Marías. Oportunidad para recordarlo y presentar un fragmento muy interesante acerca de la teoría y la práctica (de su libro “La felicidad humana”). Para valorizar un poco la importancia de la teoría, amigos pragmáticos.
Al final de la Etica, en los capítulos 6-8 del libro X, entra Aristóteles en últimas cuentas con el difícil proble­ma de la felicidad. Es el fin de las cosas humanas. No es un hábito ni una disposición, sino una actividad. Aristó­teles usa tres conceptos que conviene distinguir: poíesis es producción, fabricación, actividad que termina en una obra o producto, sea una mesa, un par de zapatos o un poema; praxis es una actividad cuyo fin no es algo dis­tinto de ella, sino ella misma, no una obra o érgon, sino la enérgeia, como sucede al que toca la flauta o al go­bernante; finalmente hay una tercera forma de actividad, una variedad de la praxis, que llama theoría, visión o lo visto, por ejemplo, una procesión. En nuestras lenguas se suele contraponer la teoría a la práctica —los pedan­tes que no saben griego prefieren decir praxis—, pero en Aristóteles no se contraponen: la praxis más práctica de todas es la theoría. Y la razón es, una vez más, la sufi­ciencia: el gobernante necesita una ciudad que gobernar, y si no dispone de ella no puede ejercer su actividad; para tocar la flauta hace falta una flauta. (...) La theoría, en cambio, se basta a sí misma; el hombre cuya praxis es la theoría no necesita nada fuera de sí, es una actividad «divina», es la que tienen los dioses —Dios es noéseos néesis, pen­samiento del pensamiento—, y en el hombre la que más se parece a ello.

miércoles, 14 de diciembre de 2005

Adentro y afuera (y algo de Karol Wojtyla)

El año se va yendo y cuando debemos entrar un poco dentro, el mundo nos da miles de razones para salir afuera.

Encontré un papelito de hace unos meses que comprueba que ando siempre pensando en esto. Estaba escrito todo en mayúscula y decía:
Nada
Hacer
Solo
Estar
Requiere esfuerzo
No lanzarse
A las cosas
Más que esfuerzo, oración. Pero es trabajoso colgar los guantes (del trabajo o de los miles de entretenimientos) y disponerse a orar. De hecho, acá estoy escribiendo una entrada, en vez de "hacer silencio". Por lo menos estoy diciendo que no puedo dejar de hacer cosas; una especie de sublimación.
Se va yendo el año y entre recogimientos y actividades no quedará mucho tiempo para lecturas. Me iré del 2006, casi seguro, leyendo un libro de poesías de Karol Wojtyla que quiero disfrutar (y eso para mí es "leer lento" y, de yapa, gracias a Internet: escribir entradas al respecto; para masticarlo).
Por pasajes me cuesta. Es mi poca imaginación, es estar cansado, es quizás conocer poco el tema, conocer poco la historia, o puede ser el hecho de que sea una traducción de un idioma que no es muy similar al nuestro (digo yo, supongo).
Y hablando de idioma, unos fragmentos del poema en prosa "Cuando pienso: Patria...":
Cuando se escuchan en torno diversas lenguas, una sola —la propia— tiene resonancia para nosotros.
Ella se clava en el pensamiento de las generaciones, se derrama alrededor de nuestra tierra, se convierte en el techo de la casa en donde estamos reunidos.
Fuera de esta casa, resuena raramente (en los grupos de hombres que hablan a nuestro alrededor, islas en el océano de la palabra universal, no encuentro ya mi propia ola).
Los activos de mi tierra no han aumentado; si el len­guaje ha manado más allá, es para perderse en canales que se secan.
La lengua de mis padres, aquella de naciones que no lo han acogido: que han dicho "demasiado difícil", "superfluo".
En las grandes asambleas de los pueblos, hablamos otra lengua que la nuestra. Nuestro propio lenguaje nos encierra entre nosotros: nos reúne, pero no nos abre el mundo.

martes, 13 de diciembre de 2005

José de Arimatea (y Nicodemo)

La verdad es que no he sido muy ducho para encontrar cosas acerca del castigo de los romanos a los cristianos mediante el no permitirles enterrar a sus muertos. Pero hemos de nombrar al personaje cristiano que conocemos por la Biblia, ya que él fue otro “audaz”, que le dio sepultura al cuerpo de nuestro Dios hecho Hombre (que luego resucitó).
Una breve introducción podría ser ésta que tomé de una página que parece ser ortodoxa. Ahí vemos que el castigo de la cruz incluía la falta de sepultura:
Estaba prohibido enterrar el cuerpo de los que habían muerto en la cruz. El cuerpo quedaba colgando durante mucho tiempo para burla y deshonra. Los animales salvajes y los perros saltaban y lo desgarraban, las aves de rapiña lo picoteaban de arriba. El resto se pudría y caí a al suelo. Luego colgaban los huesos pelados. Los cuerpos de los muertos en la cruz se dejaban para atemorizar a la gente. Los judíos no enterraban los cuerpos de los crucificados para no ultrajar la tierra. Cicerón dijo que no hay palabras para describir la crucifixión.
Si esto es así, se comprende aún más el arrojo de José de Arimatea que fue a pedir el cuerpo de Jesús (valiente lo llaman en el Evangelio de Marcos). El cuerpo no había quedado en la cruz por pedido de los judíos pero tampoco se le habían quebrado los huesos. El Evangelio según San Juan incluye entre los sepultureros a Nicodemo, el cual colaboró con José de Arimatea. Les dejo el vínculo a la Concordia de los Evangelios de Hernán, donde los interesados podrán repasar los capítulos correspondientes.

La Palabra en "e-mail" (un aspecto)

¿Vos te persignás antes de leer la Palabra de Dios que te llega en el e-mail de "Evangelio del Día" o envío similar (si es que tienes algo así)?
No, por nada, para saber... Ando con la intención de hacer un rito que me prepare, que me predisponga, que me haga provechosa la lectura de algo que es mucho más que el resto de las cosas que tengo en esa "bandeja de entrada" y que, por estar ahí, a veces lo leo con el mismo ritmo con el que leo cosas mundanas o con la "eficiencia" de quién "despacha" su bandeja de entrada rápidamente.
Quizás el lugar y el momento para leer la Palabra de Dios sea otro, no lo sé...

Mostraron la hilacha

Titulo: “Se cambió el sexo y volvió a casarse con su mujer”. Que una noticia así vaya bajo el título general de “Mundo loco” es quizás un “acto fallido” que delata la falsedad de la corrección política que a veces tienen los medios. Como lo supuestamente “correcto” es no decir que las cosas están mal, están desviadas (por que confunden eso con “discriminación”) hablar de lo malo de las cuestiones de “homosexualidad y derechos” es algo que no se permite. Pero esta vez se les escapó. Y al caso de la pobre persona que cambio su sexo y, para casarse con su misma esposa, se divorció y luego contrajo una unión legal para homosexuales, lo pusieron en la sección “mundo loco”. Y ahí sí, si nos ponemos bien sensibles (e imaginamos a la pobre persona leyendo este artículo), quizás fueron más “ofensivos” que si simplemente hubieran destacado lo antinatural de la situación.

domingo, 11 de diciembre de 2005

Adviento (tercera semana)

Les dejo "una punta", la introducción de la carta pastoral de Adviento 2005 de Mons. Jorge Casaretto, que repartían a la salida de la iglesia.
Queridos amigos:
Hace mucho tiempo que quería escribirles sobre la vida eterna, la vida que nos espera después de ésta. Desde que era chico, la idea de la eternidad, de llegar a la presencia de Dios, fue para mí muy fuerte. Creo que sin una conciencia clara de esa dimensión, nuestra vida cristiana queda recortada, parcializada.
Es posible que antes del Concilio Vaticano II, se haya insistido en una visión de la eternidad que dejaba un poco de lado la construcción de la vida y de la sociedad en esta tierra. Pero también creo que en la actualidad podemos estar corriendo el riesgo contrario: tener una valoración tan fuerte en las cuestiones de esta vida, que olvidemos nuestra dimensión de eternidad.
El adviento es un tiempo propicio para trabajar en la virtud de la esperanza y para prepararnos para las diversas "venidas" del Señor: su llegada cotidiana a nuestras vidas a través de lo acontecimientos diarios y de los que viven a nuestro lado, la venida de la próxima Navidad, nuestro encuentro con Él al final de nuestra peregrinación por este mundo y su venida definitiva al final de la historia.

sábado, 10 de diciembre de 2005

Otro "testarudo"

Ayer en un casamiento (¡hoy tengo otro!) se leyó un fragmento del Libro de Tobías (pero no hablaré de ese fragmento, que es del capítulo 8). Según contó el cura, Tobit, padre de Tobías, era un judío que había sido deportado junto con varios compatriotas a Nínive, en el país de los Asirios (Tob 1, 3). Era un hombre muy justo y caritativo y entre las cosas que hacía había una en especial que le había traído muchos problemas.

Tobit se encargaba de enterrar a sus compatriotas, cuando veía que sus cadáveres eran arrojados por encima de las murallas de Nínive (Tob 1, 17). Cuando un rey se enteró de su accionar lo buscó para matarlo. El escapó y perdió sus bienes. Pero pudo salvarse porque ese rey fue asesinado. Una vez reestablecido, bajo el reinado de otro rey, él volvió a las mismas costumbres, a lo cual los vecinos se burlaban de él diciendo: "¡Todavía no ha escarmentado!" (Tob 2, 1-7).

Recordé inmediatamente a Antígona. Y pensé muchas cosas. La característica del castigo de no permitir enterrar a los muertos. Se ve que era algo usado. Dijo el cura el castigo era para humillar al muerto y a su familia. Lejos estoy de saber el orígen de esta práctica (según la Biblia "El Libro del Pueblo de Dios", el libro de Tobías fue escrito hacia el año 200 a. C.; según vimos, "Antígona" fue escrito en siglo V a. C.). Crucé unas palabras con el cura a la salida, pero no obtuve mayores informaciones.

Primero pensé que el tipo de castigo podría provenir de un pueblo que no tuviera un culto a los muertos (¿se dice así?). No comprendiendo la gravedad del hecho, los Asirios aplicarían estas condenas a otros pueblos (Judíos) que sí tenían un cuidado especial por los muertos. Pero está a un tris de ser un error garrafal, ya que los asirios, al parecer, creían en "algo como" la vida después de la muerte.
A la manera de hoy, se dirá que Antígona y Tobit nunca "existieron" (mal dicho, porque existen al menos como "personajes"). Poco importa que hayan existido como personas de carne y hueso, ya que lo que buscan los textos es pensar y edificar, pero... ¡qué bien se hubieran entendido estas dos personas! Y pensando en sus distintas religiones, un lindo encuentro "ecuménico" podría haber tenido lugar.
(Mirá que digo pavadas, ¡eh!)

viernes, 9 de diciembre de 2005

Antígona: justicia y compasión (400)

Muchas veces la opción del amor por el pecador puede llevarnos a querer justificar el pecado. Otras veces no lo hacemos, y bien está, pero hay quien lo interpreta del primer modo. Por ejemplo: uno de dos rivales nos ve defender al otro, pecador, en un aspecto que trasciende a la lucha que ellos tienen (derecho a poder arrepentirse un condenado, por ejemplo), y piensa que estamos atacándolo a él, piensa que estamos tomando partido. O a veces tememos llorar por la suerte de un desafortunado porque pareciera que estamos justificando su accionar, cuando lo que estamos haciendo es simplemente lamentarnos por su persona, por su alma, como cristianos que somos.
Recuerdo aquella película en que la monja que ayudaba a un asesino condenado a muerte a "arrepentirse" era increpada por los padres de la víctima, creyentes, que le recriminaban buscar la salvación del criminal y estar “en contra de ellos”, que eran de su comunidad (en "Mientras estes conmigo" o "Dead man walking").
O pienso en las muchas veces en que nos sucede que al conocer de la muerte de alguien (fríamente, como conocemos de esas cosas en los medios de comunicación), cometemos la falta de caridad de, en vez de lamentarnos, fijarnos en "la vida que llevaba" esa persona. Claro, el ejemplo alecciona, el ejemplo ahí está, y en su dureza puede ser enseñanza: llevó mala vida y así terminó. Pero a veces tenemos que revisar cuál es el sentimiento que está en nuestro corazón, donde debe haber compasión.

Así que ahí está Antígona, pero esta vez de apellido Vélez, a cargo de Marechal, dialogando con su hermana (émulo de Ismene) y aclarando algunas cosas:
Carmen: Dicen que traicionó a su casa.
Antígona: ¡No lo sé ni me importa! Que lo digan los hombres, y estará bien dicho. Yo sólo sé que Ignacio Vélez ha muerto. ¡Y ante la muerte habla Dios, o nadie!
Es interesante porque no niega la posible culpa de su hermano, “estará bien dicho” que traicionó a la casa. Pero ella se está fijando en el algo más, que no invalida lo dicho por los hombres.

Se me ocurre pensar que la mujer tiene más facilidad que el hombre para estas cosas de la compasión. El hombre se aferra más a la justicia, que no sabe dejar de lado cuando es hora de ver otras cosas. Hay grados, por supuesto. Y excepciones. Pero fíjense que Antígona fue mujer. Y Antígona Vélez hace la referencia a los hombres como los que hablan de justicia.
Y así cerramos la entrada número cuatrocientos (y terminamos por ahora con Antígona).

jueves, 8 de diciembre de 2005

Llena eres de gracia

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
En el día de la Inmaculada Concepción. Que comprendamos qué gran don es haber sido preservada sin pecado original y así aclamemos a nuestra madre María y por ella alabemos a Dios.

miércoles, 7 de diciembre de 2005

Antígona y cristianismo

Siguiendo la propuesta de la entrada del lunes y la letra del prólogo de Pemán (que es interesantísimo)...
Es esa anticipación de valores humanísticos, de temas de nuestra civilización, lo que da a la Antígona de Sófocles su perennidad y su atractivo. No hay que recurrir al plan­teamiento un tanto extremoso de Papini, que cree que, así como el pueblo judío fue elegido por la Providencia, median­te "la promesa" bíblica trasmitida por los "profetas" y las "figuras" de la Redención, así el mundo grecorromano elegido providencialmente para encarnar la síntesis cristia­na, fue objeto de otra "promesa" o anticipación a cargo de las sibilas, la égloga IV de Virgilio, la moral de Sócrates y la metafísica de Platón. Es esta atmósfera "precristiana" la que ha dado permanencia, través de los siglos, a esta tragedia y a la proclamación jusnaturalista que nos trasmite sin des­mayo: la certeza, cantada en el famoso "estásino segundo" de Edipo rey, de que el mundo está presidido por "altísimas leyes, engendradas en las etéreas regiones de los cielos", porque en ellas "habita un dios que no envejece".
Lo que no entiendo bien es porqué, cuestionando la idea de Papini, destaca que es la atomósfera "precristiana" la que ha dado permanencia a esta tragedia. La antigüedad del evento puede dar importancia, pero no el hecho de ser previo a Cristo de por sí. (Casi diría que todo lo contrario. Puesto que Cristo "es para todos y para siempre". Pero bien, no estoy a la altura de estas discusiones).

martes, 6 de diciembre de 2005

Antígona hoy

El mensaje de "Antígona" de la preponderancia de las leyes eternas ante las humanas, o de la necesidad de adecuación de estas últimas a las primeras, es “esencial” para cultivar una verdadera democracia (¡uy, qué chabacana que me sálió la introducción!). Si la voluntad de la mayoría no se adecua a leyes naturales superiores, el resultado es una tiranía. El rey Creonte “es un poroto” al lado de las cosas que se ven en estos tiempos.

Se discute de temas relacionados con la homosexualidad, con la anticoncepción, con el aborto, se discuten muchas cosas. Pero lo que pasa es que hay una discrepancia previa a salvar. Si no se salva esa discrepancia, no hay camino posible de entendimiento.

La discrepancia se da entre los que piensan que la ley o normas o disposiciones me deben permitir "hacer lo que quiera" ("libertad para elegir", engañoso concepto) y los que piensan que la ley me debe llevar a hacer lo mejor (y para eso la ley debe estar acorde a lo bueno, a lo verdadero, a lo bello, a las leyes naturales). Sólo una ley como esta última me permite cumplir con una obligación y ser a la vez libre.

Claro, hay algo aún anterior. Hay quienes renuncian a la posibilidad de descubrir qué es lo mejor (lo bueno, lo verdadero, lo bello). Y entonces ni siquiera aceptarían que hay que salvar esta discrepancia.

La principal consecuencia es que se hace ley lo que dice la mayoría, sea ello bueno o malo, transformándose eso en la mencionada tiranía de la democracia, tiranía de las mayorías. Si tomáramos consciencia de la gravedad de esto, veríamos qué importante que es volver a buscar lo bueno, lo verdadero y lo bello, qué importante es la ley natural.
PD: nada nuevo lo que digo. Hasta dirán que es inocente mi planteamiento. Que el mal está arraigado en muchos y no quieren escuchar. Lo sé. Pero por el camino de la razón se debe seguir insistiendo.

lunes, 5 de diciembre de 2005

Antígona

Antígona enterró a su hermano, aunque el rey Creonte lo haya prohibido por haber sido aquél enemigo de la ciudad.
Este fragmento de una escena principalísima de la obra de Sófocles podría ser un punto de partida para comentarios acerca de lo cristiano de ciertos conceptos precristianos. O de lo precristiano de ciertos conceptos cristianos. Aunque todo cobra nuevo significado en Cristo, ¿no?
CREONTE: Y, así y todo, ¿te atreviste a pasar por encima de la ley?
ANTÍGONA: No era Zeus quien me la había decretado, ni Dike, compañera de los dioses subterráneos, perfiló nunca entre los hombres leyes de este tipo. Y no creía yo que tus decretos tuvieran tanta fuerza como para permitir que sólo un hombre pueda saltar por encima de las leyes no escritas, inmutables, de los dioses: su vigencia no es de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie sabe cuándo fue que aparecieron. No iba yo a atraerme el castigo de los dioses por temor a lo que pudiera pensar alguien: ya veía, ya, mi muerte –¿cómo no?—, aunque tú no hubieses decretado nada; y, si muero antes de tiempo, yo digo que es ganancia: quien, como yo, entre tantos males vive, ¿no sale acaso ganando con su muerte? Y así, no es, no desgracia, para mí, tener este destino; y en cambio, si el cadáver de un hijo de mi madre estuviera insepulto y yo lo aguantara, entonces, eso sí me sería doloroso; lo otro, en cambio, no me es doloroso: puede que a ti te parezca que obré como una loca, pero, poco más o menos, es a un loco a quien doy cuenta de mi locura.
Sin promesa de seguir con el tema; hay muy buenas obras, tanto ensayos como nuevas "Antígonas", que pueden dar más gusto a los interesados (y menos aburrimiento a los iniciados).

domingo, 4 de diciembre de 2005

Adviento (semana segunda)

Seguimos el adviento junto al Papa. Dijo Benedicto XVI hoy:
La palabra latina «adventus», se refiere a la venida de Cristo y pone en primer plano el movimiento de Dios hacia la humanidad, al que cada uno está llamado a responder con apertura, espera, búsqueda, y adhesión. Y así como Dios es soberanamente libre a la hora de revelarse y entregarse, pues sólo le mueve el amor, así también la persona humana es libre al dar el su asenso*, aunque sea algo debido: Dios espera una respuesta de amor.
No hace mucho que descubrí la reveladora expresión de San Agustín: "da lo que mandas y manda lo que quieras" (escrita en "Confesiones"). Eso me ayudó mucho a liberarme de presiones o cargas insoportables. Pero como mi entendimiento no es perfecto, a veces puedo deformar la expresión y "relajarme" en exceso pensando que Dios todo me dará sin yo hacer nada. Es por eso que estas palabras que destacan nuestra necesaria respuesta a Dios me hablan hoy más especialmente que otras veces.
Sin pensar que lo podremos todo por nuestra cuenta, nuestra primera acción es la de pedir, la de orar para que Dios nos dé la fuerza para hacer lo que manda (orar insistentemente, orar incansablemente). Como me enseñaban en el catecismo, la misma oración es una respuesta a Dios, que es el que primero nos habla.
Nota: "el su asenso" es sin duda una expresión que se tradujo del italiano, aunque "asenso" existe en castellano como sinónimo de asentimiento.

viernes, 2 de diciembre de 2005

Verdaderas causas

"¿Que porqué robaron en mi casa? ¡Pues porque dejé la puerta abierta!"

Pues más acertado y profundo (y sencillo) sería decir que te robaron porque alguien cometió un robo y tomó tus cosas. Sí, ya sé, si vos no hubieras dejado la puerta abierta…

Pero digo esto porque me parece que vamos camino a pensar que la única o principal causa de que se expanda el SIDA es porque no se usan preservativos.

Sí, sí, la reja o la alarma quizás hay que ponerla, pero cuánto más efectivo sería que la gente no se metiera a robar. Y esto no es imponer moral cristiana, aunque la moral cristiana concuerde.

Dicen que buscamos una “nueva generación de no fumadores”, o “gente cuidadosa que use el cinturón de seguridad”; estamos supuestamente tan preocupados por “la educación de nuestro pueblo” y no somos capaces de ayudarlo respecto a otro tipo de cosas. En esas otras cosas, decimos, cada uno es “libre de elegir” (¡uf!, que engañoso concepto es ese).

Pensar que la única o principal causa de la expansión del SIDA es que la gente no usa preservativo es como pensar que los embarazos indeseados se multiplican también por ello, por no usar preservativo.

Así como pensar que para evitar el aborto hay que evitar los embarazos no deseados. Que suena "lógico". Pero para evitar el aborto hay otra solución también, y es no abortar. Y para evitar embarazos no deseados otra solución es desearlos. Y si no es prudente que haya concepción y nos disgusta tanto abortar (bueno, buen síntoma), no andemos jugando como niños con fuego.

Lo que pasa es que sólo queremos el color y el calor del fuego, pero no sabemos que también quema. Y menos aún pensamos que es bueno que queme.

Pero me fui un poco… dejemos acá.

jueves, 1 de diciembre de 2005

Salamina

"¿Qué separa Europa de Asia?", creo que me preguntaba alguien. A mí se me representó Cacho Fenelli, profesor de Geografía del secundario, y ante su mirada seria supe responder: los montes Urales. Eso no respondía a la otra pregunta: ¿por qué se separan ahí?
Supuse que eran (y aún serán) cuestiones de pueblos, de razas. A favor de eso está la idea que conocí ayer (en ese prólogo, que resultó fructífero de alguna forma) que responde a las dos preguntas juntas:
Los otros continentes, África, Asia, Oceanía, están separados entre sí por mares. Europa y Asia, que son geográficamente una unidad continental euroasiática, están separados entre sí por la batalla de Salamina.
Y antes:
(...) batalla central también de la historia clásica, de la que dijo Eça de Queirós que "nos salvó a todos nosotros, hombres de raza aria, de ser orientales y tal vez persas".
No sé, soy tan poco conocedor de historia que no sabría decir cuán acertado es este concepto. Pero vale para despertar la curiosidad y el interés.