Más lunas para continuar aquella incipiente colección lunaria:
Luna Monti y Juan Quintero | Canción para bañar la luna (M. E. Walsh)
Ainda Dúo | Canción para bañar la luna (M. E. Walsh)
Georgina Hassan | Primera Luna (Georgina Hassan)
Dúo Coplanacu | Luna Tucumana / Luna Santagueña (Atahualpa Yupanqui / Manuel A. Jugo)
jueves, 25 de septiembre de 2014
jueves, 11 de septiembre de 2014
Alter Mundi - XI. Novosibirsk
Elegí para esta serie a Novosibirsk porque la encontré sin buscarla, como pasa con muchas buenas cosas de la vida. Ya no recuerdo si fue descubriendo el camino de Miguel Strogoff en el mapa actual o leyendo sobre el Ferrocarril Transiberiano (probablemente hayan sido ambas cosas).
Novosibirsk, para empezar, dentro de Siberia como está, es la tercera ciudad más poblada de Rusia (después de Moscú y San Petersburgo). Creo que eso llama la atención. Y más sorprendente es si tenemos en cuenta que tiene solo 121 años de edad. (Veía un edificio que parecía de piedra, que parecía antiguo, y ostentaba en su frente un adornado “1950”. “¡Eso fue ayer!”, me dije, “Acá solo decoramos así las fechas del siglo XIX”).
La “Nueva Ciudad de Siberia”, que eso significa su nombre, nació en 1893 como asentamiento para la construcción del puente de Ferrocarril Transiberiano sobre el río Ob, llevando entonces el nombre de Novonikoláyevsk (en honor al zar Nicolás II). Hoy se puede llegar con ese ferrocarril, recorriendo unos 3.335 kilómetros desde Moscú, o aterrizar con el “Street View” de Google Earth (algo más económico). Yo hice esto último con tanta puntería que aterricé en lo que se considera el centro geográfico de Rusia, un lugar de la ciudad en donde está la Capilla de San Nicolás.
Caminé en un día nublado, rusamente frío me parecía, y vi lugares como la municipalidad, el edificio de la filarmónica, un museo. Y al rato, entre los árboles, divisé una cúpula fantástica. Un edificio único, quizás el más lindo de toda la ciudad. Era el Teatro de Ópera y Ballet de Novosibirsk, cuya foto acompaña la entrada; el teatro más grande de toda Rusia, más grande aún que el Bólshoi de Moscú. No recuerdo cuántas butacas tiene, ni cuál es el tamaño de su escenario, pero el dato que más me llamó la atención es que la relación “espesor de pared de la cúpula / radio de la misma” es inferior a la de un huevo de gallina (según Wikipedia).
Quizás el único edificio que le puede ganar en belleza es la Catedral de San Antonio Nevsky, de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Una obra de dimensiones más reducidas pero de un estilo neo bizantino hermoso. Es como una copia en miniatura de la catedral del mismo nombre que se halla en Sofía.
Después di unas vueltas más, vi algo más lejos una iglesia de la Dormición de la Virgen… Y me hubiera gustado irme en tren porque allá, como en mi pueblo, se agarra la diagonal y al fondo está la estación. Pero también tiene su emoción escribir “Buenos Aires” y volver a casa en cinco o seis segundos.
domingo, 7 de septiembre de 2014
Sapo Fierro
Mientras
se terminan de preparar las entradas del aniversario, vamos con este poema y
canción de María Elena Walsh. Se llama "Sapo Fierro" y, según dicen por ahí,
respeta la estrofa hernandiana (del Martín Fierro); cada sextina se cierra con
un refrán y deja una enseñanza.
Sapo Fierro
(María Elena Walsh)
[Escuchar]
- ¿Quién vive?
- Un Sapo en el aljibe
Aquí
me puse a vivir,
con mi
sapa y mis sapitos,
en
este aljibe infinito;
cuanto
más fijo mejor,
que al
sapo muy picaflor
lo
cazan como chorlito.
Yo
nací en una laguna
y mi
cuna fue de lodo,
cosa
de ningún modo
me
puede desmerecer,
que a
la hora de nacer
renacuajos
somos todos.
A este
fondo no rodé,
me
mudé con gran trabajo.
Yo no
soy un estropajo
ni por
desidia me hundo:
no es
lo mismo ser profundo
que
haberse venido abajo.
Me
dirán que por arriba
el horizonte
es más ancho.
Yo me
quedo con mi rancho
disimulado
y redondo,
que al
sapo, cuanto más hondo,
menos
lo acosa el carancho.
En
este departamento
el sol
no asoma la cara,
pero
mi afán no repara
en
sombra tan aparente,
que
para sapo con lentes
todas
las noches son claras.
Aquí
estoy entretenido
como
gato en almacén.
Me
gusta pasarlo bien,
quieto
y con economía,
que
sapo que anda en la vía
no lo
para más que el tren.
Aljibe
del tiempo ‘e Ñaupa,
pozo con
olor a historia,
yo no
sé si bebo gloria
ni le
estudio el argumento,
que sapo
que anda sediento
toma el
agua de memoria.
Yo
tengo una picardía
cuando
suena la roldana:
me
escondo de buena gana
para
salvar mi pellejo,
que el
sapo sabe por viejo
pero
más sabe por rana.
Aquí
me voy a plantar
profundo
como carozo.
Yo le
digo al veleidoso
que
por variar se desvive:
sapo
que cambia de aljibe
siempre
es sapo de otro pozo.
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