Los jacarandás (más culto: jacarandaes, ya hablamos de eso hace mucho) este año florecieron más temprano. Estoy casi seguro de ello. Esta bitácora ha hablado de ellos siempre en noviembre, y ahora ya son fácilmente cuatro o cinco días que los veo florecidos. Quizás haya sido el calor anticipado; esa es mi mejor teoría.
El color (ya hablamos de su color también) va muy bien con el negro. Y no va mal con el amarillo de los cordones donde el estacionamiento está prohibido. De veras, uno tiene que trabajar, pero lo correcto sería salir a dar una vuelta y tomar fotos de jacarandás y sus flores, puestas o caídas.
Al final de cuentas, nos vamos a ir de esta tierra con diversos logros, con más o menos proyectos realizados que no nos servirán para un pomo. Pero si al final de los tiempos nos preguntan por los jacarandás, ¿qué vamos a decir? “No, ni me enteré que habías hecho esos árboles, Señor”. ¡Papelón!