jueves, 22 de diciembre de 2005

No él

Los sonoros aplausos divirtieron al mismo Papa. La mayoría de los presentes no sabía, sin embargo, que en realidad no se trataba de un gorro navideño, sino de un «camauro», una prenda de terciopelo rojo púrpura, ribeteado de armiño, que antes utilizaban los papas para defenderse del frío. (Zenit 21.12.05)

¿Uds. hubieran dudado si acaso era o no el gorro de Papa Noel el que llevaba Benedicto XVI? Creo que yo no. Un destello, un nanosegundo de duda, puede ser. Pero en seguida la pregunta: "¿qué es ese gorro que lleva el Papa?" Como quien espera una respuesta reveladora, confiado.

(Claro, yo soy así. Salvando las distancias, aunque me interesa hacer el paralelismo, lo mismo me pasa con las enseñanzas de la Iglesia. Estoy seguro que son buenas. Y entonces cuando no las entiendo de buenas a primeras, las investigo y las pienso, confiado de partir de buena base. Y siempre tengo éxito, lo cual alimenta mi fe en que son buenas enseñanzas).

Pero volviendo al gorro llamado “camauro”, y en lenguaje adolescente: no, sería imposible, se me caería un ídolo, pero en picada, si ese gorro llegaba a ser un gorro de Papa Noel.

Y a los que se han burlado de mi posible y pequeñísima duda, les contaré mi experiencia. Resulta que hace no mucho, Juan Pablo II puso un árbol de Navidad en la Plaza San Pedro. Sí señor (ver en Zenit 19.12.04). Y le dio (o rescató) un simbolismo especial. Para mí, el arbol era un símbolo comercial y pagano (por más que había oído algo acerca de su origen). Nunca había pensado que el Papa lo pondría. Y sin embargo… (Sí, ya sé, no es lo mismo colocar un objeto simbólico que usarlo).
¡Ah! Olvidaba el prodigioso titular de La Nación, que busca la confusión… ¡eh, perdón! Busca llamar la atención.
Benedicto XVI, como Papá Noel.
Y arriba, más chico:
Llamó a recuperar las tradiciones navideñas.

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