Una noche en que nueve chicos de nueve años trasnochaban en casa, y que el libro era lo único que me mantenía despierto, decidí dejarlo. Había leído ya más de cuatrocientas páginas, pero no dejaba de ser un bestseller. “Los pilares de la tierra”, sin señaladores, ya está durmiendo en la biblioteca.
Se levantarán dedos acusadores. “Viste, yo te dije”, me dirán. “¡Cómo ibas a leer un bestseller!” Debo agachar la cabeza, no tengo nada que discutir. Intentaré redimirme diciéndoles que, esa misma noche, elegí algo más clásico. Algo que dice así:
Más tarde, cuando su aguda percepción de lo Intolerable lo apartó para siempre de los puertos y del trato con hombres blancos, y lo empujó hacia las selvas vírgenes, los malayos de la apartada aldea que eligió para esconder su deplorable facultad agregaron otra palabra al monosílabo de su incógnito. Lo llamaron Tuan Jim: como si dijéramos Lord Jim.
(Lord Jim, Joseph Conrad)
Veremos…
2 comentarios:
Hiciste muy bien, Juan Ignacio: hay que tener la santa libertad de no sentirse atado por nada, ni siquiera por 400 páginas leídas.
A ver qué tal el nuevo.
13/09/2019: Nunca pude engancharme con Lord Jim.
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