El mundo, la vida, son enormes. Basta una palabra para entretenerse un día y con un pequeño grupo de cosas podríamos pasar toda la vida. La clave pasa por ahí. Convertirse en experto en una habilidad, conocer cada estrella del cielo, buscar el modo perfecto para tratar a una persona difícil…
Lo perfecto… Lo perfecto no es enemigo de la bueno, si sabemos vivir bien. Yo más bien diría que lo perfecto es el maestro de lo bueno. Un buen maestro al que siempre hay que tratar de imitar, sabiendo que quizás nunca lo logremos. Cuando declaramos que lo perfecto es enemigo de lo bueno es cuando nos rendimos. Y entonces nuestro “bueno” empieza a ser cada vez menos perfecto, y menos bueno, más malo.
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