Cuando el personaje principal de “La habitación cerrada”, de Paul Auster, se lleva todos los manuscritos de su amigo desaparecido Fanshawe, que eran muchos, en dos valijas llenas, escribe Auster: “Luego bajé las dos valijas despacio por la escalera y salí a la calle. Juntas pesaban tanto como un hombre”.
Una linda imagen que asocia al hombre con su obra, y que resonó en mi cabeza por ser la opuesta, en muchos aspectos, a la del entierro de Adán Buenosayres: “En cierta mañana de octubre de 192., casi al mediodía, seis hombres nos internábamos en el cementerio de Oeste, llevando a pulso un ataúd de modesta factura (cuatro tablitas frágiles) cuya levedad era tanta, que nos parecía llevar en su interior, no la vencida carne de un hombre muerto, sino la materia sutil de un poema concluido”.
Aquel llevaba en su obra, la vida ausente de un hombre. Estos llevan, en el cuerpo fallecido de un hombre, una obra concluida.
4 comentarios:
brillante.
Agradezco su comentario.
Buenas! Hay un movimiento llamado Liebster Awards donde nominamos a aquellos como nosotros que tengan menos de 200 seguidores y te he nominado. En mi blog te dejo la info ---> http://bajandolibrosdelaweb.blogspot.com/
Gracias, Elizabeth.
Realmente me da mucha fiaca prenderme en este tipo de cosas. Por cierto, he leído y me ha resultado muy simpático que hayas elegido a Phileas Fogg para pasar un día. ¡Qué elección!
Gracias otra vez por considerarme y lo tendré en cuenta.
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