sábado, 28 de marzo de 2009

Sin planearlo, sigo según lo planeado

Los planes de lectura se ven alterados por las más impensables razones, como me pasó con el libro anterior. Pero también se confirman de la forma más inesperada, como me pasó ahora.
Después de seguir razones seudo terapéuticas (desestructuración lo llamé) y anteponer a otros, anteriores en el plan, “Megafón, o la guerra”, leí un artículo de Javier de Navascués sobre el libro. Allí decía: “Como ha estudiado muy bien Podeur, para Marechal ‘dire (ou écrire) c'est faire…’”
Y quedó latente la idea. Al elegir el siguiente libro, estaba seguro que nuevamente se alteraría el plan, ya que había recibido tres regalos y yo doy prioridad a los regalos frente al plan. Pero cuando empecé a hojear estos regalos, no pasaba nada. Así que seguí hojeando los libros que pertenecían al plan. Fue entonces que abrí Ortodoxia, y en la introducción de la peculiar versión que obra en mi poder, un prologuista contaba aquello de que: “Para propulsar el triunfo del Estado distributivo, que debe ser alcanzado por los medios constitucionales (…) Chesterton fundó un semanario, excelente y brillantemente escrito, titulado ‘G.K.’s weekly’…
Dire (ou écrire) c’est faire”, recordé entonces. Porque a mi entender esa frase estaba siendo encarnada también (y quizás de mejor forma) en el genio de Chesterton. Así que por las vías menos esperadas volví a G.K. y al plan. Y otro día les cuento como me fue.

martes, 17 de marzo de 2009

Polytropos (un cacho de cultura)

Al momento ya había olvidado que tenía un blog. Al recordarlo, vine aquí a dejar una breve entrada seudo cultural.
Marechal describe a un personaje de su novela: (…) Ramiro Salsamendi Leuman, arquitecto y doctor, ministro y empresario, industrial y comerciante, hombre de “muchas vueltas” como Ulises, que por aquellos años fue la delicia de los televidentes y el insomnio de las masas.
Y ahí estuvo que, muy poco conocedor de los clásicos, me aventuré en eso de “muchas vueltas”.
Verán… Con esas palabras, de muchas vueltas, o polytropos, se designa… O mejor que lo expliquen otros habitantes de la red:
[Aquí] Polytropos is the very first adjective Homer applies to Odysseus in the Odyssey. Literally it means “much-traveled” or “much-wandering,” but it can be used metaphorically as “turning many ways” — wily or crafty. Homer, of course, intended both senses of the word. In the very best translation of the Odyssey, Robert Fagles renders it as “the man of twists and turns” (...)

[
Aquí] (...) Que el experimentado navegante sea el mejor narrador de sus propias aventuras confirma su epíteto de polytropos (que quiere decir "de muchas vueltas" y "de muchos trucos"). Y ese rasgo de que sea tan buen mentiroso acrecienta, sin duda, el colorido fantástico de su narrativa. El gusto por narrar y sazonar patéticamente las aventuras es un peculiar talento del buen viajero. Y, por otra parte, los griegos siempre han elogiado y admirado a quien sabe componer embustes y engañar con habilidad. Al fin y al cabo, aunque pocas veces se recuerde, el itacense Ulises es un descendiente del dios taimado, comercial y trapacero, Hermes.

domingo, 8 de marzo de 2009

Postales del viaje

Amigos, les mando unas postales de este viaje. (No son los lugares clave, si al hilo conductor de la novela nos ajustamos y menos aún si seguimos una lectura política o del tipo que sea).

No herir al músico: el músico puede redimirse. Hay que silenciar el instrumento.

-Maestro -le dijo-, ¿y su equipaje?
-Solo tengo mi Biblia y mi quimono -le respondió Samuel-. Usted se preguntará con qué fin me llevo este quimono de lujo. Es para equilibrar un exceso de mi pobreza que sería tentador.

Los grandes hechos de armas, que no abundan en la historia, se desarrollaron como teoremas poéticos. Un Aníbal, un Napoleón o un San Martín son poetas en acción de combate o guerreros en acción de poesía.

Porque ya no hay “soldados” en el país ni en el mundo. Ahora sólo tenemos “fuerzas armadas”.

-Ustedes adornaron esta ciudad con la noble práctica de un coraje químicamente puro, el de la cuchillada o la piña sin objeto visible. Era el arte por el arte, ¿se dan cuenta? Pero ahora, en los años del utiltarismo, se trata de averiguar si aquel glorioso malevaje tiene hoy sucesores y en qué barrio se los podría encontrar. (…)

-Malevos de pistola cuarenta y cinco en el sobaco, y tres cargadores en el bolsillo del frac. Apestan a colonia y leen filosofía como os gangsters de Chicago que se ven en el cinematógrafo. Se dopan con heroína o marihuana, es claro, para que no se les frunza el upite ante la muerte. ¿Por qué no pelean con tres mates amargos y una caña del Paraguay? (…)

Tuvo lugar y tiempo, si es que las visiones los tienen, cuando…

(…) Si un Buenos Aires abstracto ha sucedido al Buenos Aires de caracú sentimental, ¡yo le pondré música de tango al teorema de Pitágoras, a la ecuación de Einstein, al preámbulo de la Constitución Nacional y al bigote sin humanismo de los generales!

Un golpe de hilaridad sacudió las movibles gorduras de la vieja, un reír matinal que yo había oído antes en el sur dulce o amargo y que sólo brota del pobre como una sublimación de su tristeza.

Les enseñaron que la patria era sólo una geografía en abstracción, o algo así como un escenario de la nada. ¿Y qué otra cosa podría ser un escenario teatral si no tiene comedia ni actores que la representen? La verdad pura es que nos movemos en un escenario, que ustedes y yo somos los actores y que la comedia representada es el destino de nuestra nación.

Tras haber escuchado al dúo con la benignidad que sólo se mama en las ubres de la experiencia, el Oscuro de Flores explicó: (…)

Todo buen cordobés -elogió Barrantes- es hijo natural de la Elocuencia dejada encinta por el Derecho Romano.

Les escribo desde el final de la segunda rapsodia (o segundo capítulo). Me quedan ocho más por visitar, pero no sé si allí tendré conexión a Internet.
Saludos.

sábado, 7 de marzo de 2009

Primer destino: Buenos Aires

(...) Megafón no ha de responder a esa mitología de Buenos Aires en la que nuestra literatura local insiste casi en términos devotos y que se resuelve al fin en un parnaso de taitas, milongas y cantores de cuya existencia doy fe, pero que no es útil seguir evocando en el trance de una nostalgia irredimible. Si es verdad que las aceleraciones del siglo parecen contraer ahora el tiempo histórico del hombre, no hay razón alguna para instalar a Buenos Aires en los museos polvorientos de la arqueología. Según opinaba Megafón, “nuestra ciudad ha de ser una novia del futuro, si guarda fidelidad a su misión justificante de universalizar las esencias físicas y metafísicas de nuestro hermoso y trajinado país”. Esta frase del Oscuro fue hallada en la cinta magnetofónica que registró el debate sostenido por él en el club “Provincias Unidas”, instalado en Flores, del cual salieron algunos con las almas contusas y los ojos a la vinagreta.

Amigo lector, si conoces el estilo de quien me prestó estas líneas, lo reconocerás inmediatamente. Como podrás notar, no me fui a Rusia ni a la Tierra Media, porque viajaré por Buenos Aires. Mas no me llevan afanes nacionalistas en esta decisión, sino el simple deseo de leer lo que se me pegue la regalada gana, escapando a los excesos de un plan de lecturas muy estructurado.
En esta, su última novela, el humor marechaliano sigue fresco; el escenario que es mi ciudad, la aparición y referencia a personajes de otras gestas del autor, sus “exploraciones racionales” o disquisiciones filosóficas, todo esto me dice que esta ha sido una buena elección.
Amigo lector, será hasta la vuelta.